71. Perspectivas de fiesta

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Al escuchar a Muma preguntar si ella era la invitada a la cual se refería, Soalfón lanzó una risita de corta vida.

—No podría ser de otra manera, mi querida Muma. Desde hoy, y si es de tu gusto, permanecerás bajo el techo de mi vivienda todo el tiempo que desees. A fin de cuentas, creo que he encontrado a mi musa —dijo Soalfón observando el retrato que le había hecho a Muma y que dicha musa no había tenido la oportunidad de ver nada de nada.

De hecho, y antes de que ninguno de los presentes tuviera la oportunidad de echarle un vistazo, Soalfón cerró la libreta. Había decidido que hasta tener la obra completa, no quería que esta tuviera testigos.

Le latía el corazón excitado porque creía que, por fin, había logrado realizar una buena obra que demostraría su compromiso con el arte y que no fuera tratado como un mero pasatiempo para matar el aburrimiento.

La mujer de la boca de hipopótamo estuvo tentada a rechazar la oferta de quedarse en casa del pintor, pero se dio cuenta de que si permanecía bajo el techo de Soalfón tendría más oportunidades de descubrir dónde se encontraba la bruja Serren sin levantar demasiadas sorpresas.

—¡Por mí bien! Me gustaría visitar los sitios bonitos de la ciudad... y también conocer la gente importante —dijo Muma y enarcó una ceja, se refería específicamente a cierta bruja de nombre Serren que tenía el maravilloso poder de convertir a una coneja en una persona humana.

Soalfón asintió con la cabeza varias veces, complacido de contar de nuevo con una invitada entre las paredes de su hogar. Desde hacía ya un tiempo demasiado largo, el pintor había vivido en una soledad autoimpuesta en dónde las únicas personas que veía era su fiel sirviente Somat y una larga galería de mujeres sin nombre que posaban ante él. Pero de ellas no había logrado sacar ni el más mínimo jugo de inspiración, nada más que esbozos a medio terminar que no merecían otra cosa que la papelera. De todas maneras, Soalfón no considera que fueran culpa de ellas, sino de su escaso talento como pintor.

—Por supuesto, por supuesto... Ahora que la inspiración ha venido a mí, siento deseos de meterme, de integrarme de nuevo en la sociedad. Oh, que apuro me da el pensar ahora en todas las fiestas que me he perdido y las amistades que he dejado en el aire. Por fortuna, todo esto tiene una fácil solución: he de ponerme en contacto con algunos amigos míos y descubrir qué eventos sociales florecerán esta noche. Supongo que te gustaría asistir como mi acompañante, ¿no es así? No te preocupes, puede que mis amigos sean unos canallas, pero en el fondo son unas personas encantadoras —dijo Soalfón, volviendo a soltar aquella risita de corta duración.

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora