Pronto, Muma, Nuna y Ooh estuvieron en medio de una multitud de personas sonrientes y rientes que las conducían a través de las calles de Petra resplandecientes de un jolgorio que, media hora antes, sería visto como algo imposible.
Los habitantes del pueblo condujeron al trío de héroes, por lo menos ante sus ojos, hasta la playa en dónde habían levantado una carpa bajo la cual se multiplicaban las mesas. Cerca, había incluso una cocina que funcionaba a todo trapo y, nada más estuvieron Muma, Nuna y Ooh sentados, la comida comenzó a llegar.
Tampoco hay que olvidar la alegre música que sonaba, una típica banda de pueblo que alegraba el ambiente con sus tambores, sus gaitas, sus trompetas y trombones. Para redondear la experiencia, en el cielo no había ni rastro de nubes y el sol brillaba con fuerza.
¡Qué diferencia había entre el pasado y el presente! Adiós a las tétricas estatuas, hola a los animados pueblerinos, adiós al silencio, hola a la música que inundaba aquella hermosa playa. Lo cierto es que realmente parecía que se habían transportado a un pueblo diferente, uno el cual nunca fue atacado por aquel monstruo.
Pronto, la mesa de madera en dónde se habían sentado Muma, Nuna y Ooh estaba llena de platos en dónde había montañas de percebes, centollos, angulas, almejas, navajas y pulpo cortado en trocitos. ¿Y para beber? ¡Botellas de vino tino y jarras de cerveza! En nada, los tres devoraban y bebían como si hubieran pasado una semana en el desierto.
—¡Nuna, Nuna! —decía Adler, un hombre joven que trabajaba en el periódico local y se había decidido escribir un buen artículo sobre lo sucedido —. ¡Por favor, cuéntame cómo fue tu pelea contra el monstruo!
A decir verdad, Nuna hubiera preferido seguir comiéndose los percebes y no gastar saliva en hablar. Pero también quería chulearse un poco por lo sucedido con el monstruo peludo.
—¡Terrible! ¡Pasé un canguelo tremendo! Incluso me meé un poquito —dijo y volvió a atacar los percebes entretanto observaba las navajas: ellas serían las siguientes que acabarían en su boca.
—Vaya... quizás eso sea mejor omitirlo —comentó Adler, con un lápiz en una mano y una libreta en la otra.
—¿Quieres que te cuente como le arranqué el corazón al monstruo? —preguntó Ooh, tenía las mejillas un poco coloradas debido a las dos jarras de cerveza que se había metido entre pecho y espalda. No parecía demasiado preocupado por la ausencia de sus dos aprendices y quizás debería estarlo.
—Vale... —suspiró Adler.
A decir verdad, él prefería hablar con Nuna porque le parecía hermosa. Pero antes que un hombre, era un periodista y debía sacarle toda la información posible a Ooh.
Muma comía a dos carrillos y bebía largos tragos de cerveza, el disgusto que le había causado no haber participado más en la derrota del monstruo en seguida se esfumó. Beber y comer junto a su persona actual favorita era lo único que necesitaba para ser feliz.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...