40. Un día nublado

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Afortunadamente para Ooh, a Muma le gustó bastante la pizza y gracias a eso pudo quedarse en la casita por lo que seguramente sería un cortísimo período de tiempo. Como mínimo, hasta que encontrase una embarcación para sí mismo.

En los tres días siguientes, no sucedió nada digno de mención. Tunante navegaba durante todo el día, pero no vieron ni el menor rastro de una isla, solo la majestuosa cola de una ballena y una banda de delfines que chillaron con alegría alrededor de Tunante durante un buen rato.

Al tercer día, Muma se levantó de la cama entretanto Nuna seguía soñando. A la coletas le encantaba dormir y podía pasarse toda la mañana en el mundo de los sueños si nadie ni nada la despertaba. En cambio, a Muma no le gustaba permanecer demasiado tiempo en la cama por la mañana.

A las ocho de la mañana del tercer día, Muma se levantó nada más despertarse y salió al balcón. Desgraciadamente, no hacía un día soleado, sino que el cielo estaba cubierto por un montón de nubes grises tirando a negro.

—Me preguntó cuándo llegaremos a una isla... —suspiró Muma.

—En estas cosas hay que tener paciencia, sobre todo yendo en una tortuhogar que estas van a dónde les apetece —comentó Ooh, él se encontraba sentado en la mesa del balcón y tenía una lupa de joyero en el ojo. Estaba tallando una figurita de madera.

—¿Cómo...? ¿Cómo estás aquí? Si la única manera de pasar es a través de mi habitación —dijo Muma.

No estaba cabreada, solo sentía curiosidad: estaba segura de que si el viejo hubiera pasado por la habitación mientras dormían, la habría despertado porque su sueño era tan ligero como pesado el de Nuna, que podría competir contra el de un oso en plena hibernación.

—¿Qué? Yo no haría eso, salí de mi habitación —dijo señalando con la cabeza una puerta que había detrás de él y Muma juraría que antes no estaba ahí.

—¿Pero qué...? ¿Cómo es posible? —murmuró acercándose y abriendo la puerta encontrándose con una habitación pequeña —. ¡Pero si esto no estaba aquí antes!

—Pues... no. ¿Acaso no sabes nada de las tortuhogares?

—Sé que son tortugas y también hogares —dijo Muma e inmediatamente se sintió muy estúpida.

—Sí... eso... mira, las tortuhogares crecen a medida que acogen a gente a su interior. Como yo me vine a vivir aquí y necesitaba un sitio donde dormir, la tortuhogar creó esta habitación. Además, eso es una señal de que a Tunante no le importa que viva aquí —dijo Ooh, sonriendo satisfecho.

—¿Eeehhh? ¿En serio? —gritó Muma y se fue directa a la barandilla que daba justo a la cabezota de la tortuhogar —. ¡Eres alucinante, Tunante! ¡Eres la mejor tortuga del mundo! —vociferó y le lanzó un beso.

Tunante giró ligeramente la cabeza para mirar a Muma y se preguntó si eso conllevaría más coles para comer. Si no era así, no le importaba en absoluto ser alucinante o dejar de serlo. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora