60. Naida

19 5 38
                                    

 La carita de la chica de la túnica Violeta surgía chiquita y pálida en medio de una maraña de cabello negro y despeinado. Tenía unos grandes ojos azules que miraban con curiosidad a Somat y una boca pequeña, abierta en expresión de curiosidad. De la nariz le salía sangre, producida por el puñetazo del verde, pero no parecía que le molestase demasiado.

—¿De verdad los odias a todos...? ¿Incluso a la Reina? —preguntaba ella mientras se introducía en la nariz unos pedacitos de papel.

—A ella más que a nadie... Si ella quisiera, podría mandar a la mierda todo este sistema podrido... ¡No más túnicas, no son necesarias! Lo único que consiguen es hacer que los Violeta e Índigos estemos jodidos —dijo Somat.

La boca de la chica Violeta se torció en un gesto de disgusto y a Somat eso le pareció raro: normalmente, los Violetas no le tenían demasiado cariño a la Familia Real. Tiró el cigarro al suelo y lo aplastó.

—No sé si sería tan fácil... ni siquiera para ella —dijo la chica y Somat se tragó una contestación cortante: no deseaba enemistarse con aquella Violeta que acababa de conocer.

—¿Cómo te llamas? —preguntó, para desviar el tema de lugares espinosos.

—Naida —contestó la chica y le lanzó una sonrisa cortita.

Nada más verla, Somat sintió algo cálido en el corazón y eso lo puso nervioso. No era el momento idóneo para andarse con cuestiones de faldas porque la revolución se acercaba lentamente y debía enderezar su mente hacia ese destino. ¿Acaso no había llegado hace nada una famosa revolucionaria del grupo Conejo Rosa para ayudarlos a alcanzar la libertad?

—Yo me llamo Somat, encantado de conocerte. Ándate con más cuidado, ese solo era un Verde, pero si llegas a chocar contra un Rojo no te daría solo un puñetazo. Nos vemos —dijo el chico, pensando que quizás ya iba siendo hora de ir al puerto a dar el mensaje. Aunque la verdad, poca gracia le hacía ser el recadero de Soalfón.

Sintió como ella le garraba de la manga de su túnica Violeta.

—¡Espera, Somat!

—¿Eh? ¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Somat.

—Es que... Me echaron de la última casa en la que estaba y... me preguntaba si quizás tu amo... estaba buscando alguien en la suya... —dijo ella, sin atreverse a mirarlo a la cara.

—Una chica... Vaya, puede que tengas suerte. Soalfón es un bastardo, pero ni de lejos es el peor de todo. Vente conmigo, te llevaré con él y veremos si hay suerte —dice Somat y sonríe, le agrada la idea de pasar más tiempo con Naida. Aunque en el mismo momento, la felicidad se desvanece: no debería estar pensando en esas cosas.

—¡Muchas gracias, Somat! ¡Prometo que no seré una carga! —le dijo ella, chispeando de felicidad. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora