16. La gran isla

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 Cogidas de la mano, Muma y Nuna caminaban por la playa que se alargaba, se alargaba, se alargaba y parecía que no tenía fin. Quizás se esperaban encontrarse con una aventura, pero lo único que se encontraban era con playa, playa y más playa.

En el ambiente flotaba una melodía de tonos agradables compuesta por el ronroneo continúo de las olas del mar, el murmullo de los árboles bailando al viento, el intermitente piar de los pájaros.

—Hace buen día, ¿eh? —dijo Muma, se curvaba su gran boca en una gran sonrisa.

—Pues sí... ¿Tú crees que habrá bañadores en casa? —preguntó Nuna, mirando las cristalinas aguas de la playa y sintiendo deseos de meterse en ella y chapotear cual niña pequeña.

—Pero si ya te has metido... todavía estás mojadas —le contestó Muma y era cierto, Nuna todavía no se había secado.

—Caray, pero no es lo mismo hacerlo como que hice que meterme en plan bien. ¡Me tiraste a traición! —rugió Nuna, recordando el momento en que Muma la levantó del suelo cual príncipe azul levanta a su princesa dormida, pero en lugar de un momento de romanticismo Muma la tiró al agua sin dudarlo ni un microsegundo.

—Era para despertarte —explicó Muma, como si los dos sopapos que le había dado no fueran suficiente...

—Ya veo... ya... —dijo Nuna y esbozó una sonrisa pícara: aprovecharía el momento idóneo para coger a Muma y lanzarla al agua. Entonces aprendería lo molesto que resulta que te mojen cuando no quieres estar mojada.

Desgraciadamente, era un plan condenado al fracaso: Nuna no tenía demasiada fuerza física y, de intentarlo, lo más seguro es que fuera ella de nuevo la que terminase mojada de nuevo.

De pronto, al fondo de la playa aparece el contorno inequívoco de una tortuhogar. La mandíbula se le descuelga a Nuna ante este descubrimiento y lanza un chillido de emoción.

—¡Madre mía, Muma! ¿Estás viendo lo que estoy viendo yo? ¡Es otro Tunante! ¡¿Qué posibilidades hay de que esto suceda?! —gritó emocionada y corrió en dirección a la tortuhogar —. ¡Es genial vamos a tener dos de estas! ¡Podremos hacer carreras! ¿No te parece genial, no te parece genial?

—Pues... —dijo Muma, que no sabía cómo confesarle lo que realmente había pasado, ya que no quería estropear la emoción sincera que estaba sintiendo Nuna en esos momentos.

No hizo falta, pues pronto el correr de Nuna se convirtió en un pensativo caminar y en nada estuvo parada en mitad de la arena. Se dio la vuelta y miró a Muma, en su rostro había una expresión sombría.

—Es... es Tunante... ¿Verdad? —preguntó.

—Sí, creo que esta isla es verdaderamente pequeña... —dijo Muma.

—Qué pena... Pero supongo que es mejor tener una a no tener ninguna —dijo Nuna, recuperando de nuevo la sonrisa.

—Sí, pero es una isla un poco pequeña, ¿no crees, Nuna? Aquí no vamos a encontrar aventuras... aunque quizás podamos ver que hay en el interior. ¿Crees que habrá algo interesante?

—Pues no sé...  

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora