29. Se rompen las estatuas

13 6 32
                                    

 —¿Qué está pasando ahí, Muma? —preguntó Nuna y le castañeaban los dientes, pero por alguna razón no podía dejar de mirar cómo las grietas se multiplicaban a lo largo y ancho tanto de la estatua del hombre como en la de la mujer.

—¡Ni idea! —contestó Muma y, al igual que la coletas, no podía despegar los ojos de las dos estatuas. Parecía que algo iba a pasar, ¡pero ni la una ni la otra tenía la menor idea de qué sería lo que sucedería!

Se escuchó un crujido fuerte y pedazos de estatuas cayeron al suelo, pero era como piel gruesa formada por piedra en lugar de trozos contundentes. Y al suceder tal cosa, allí en donde antes se erguían las dos estatuas, había dos personas de carne y hueso que miraban a su alrededor hundido en un mar de confusión.

—¿Qué...? ¿Qué está pasando aquí...? —preguntó el hombre, que tendría unos veinte años.

—¡¿Por qué ya no sois estatuas?! —clamó Muma subiéndose a la mesa de un salto.

—¿Estatuas...? —preguntó la mujer, frunciendo el ceño y de pronto la boca se le abrió de la sorpresa —. ¡Estatuas! ¡Es cierto! ¿No vinimos a este pueblo para investigar sobre un monstruo que convertía a las personas en estatuas...?

El hombre se fijó en los pedazos de piedra que había en el suelo y asintió con la cabeza, lentamente.

—Sí... ¿Eso quiere decir que nosotros...? —murmuró y Muma asintió con la cabeza.

—¡Hasta hace nada eráis estatuas! ¿Por qué ahora no? —preguntó Muma y los aprendices de Ooh no supieron qué contestar.

—Maté al monstruo... parece que gracias a eso su poder perdió efecto —dijo Ooh, él se encontraba en el umbral de la puerta de la heladería —. Me alegro de que estéis bien, Eem, Oon...

Eem, que así se llamaba el hombre, asintió con la cabeza entretanto se sacudió el polvo de las mangas de su uniforme rojo. No parecía demasiado contento por el hecho de que hubiera pasado de ser estatua a persona.

—Gracias por salvarnos, Oon... quería preguntarte... después de esto... ¿Volveremos a Antioquía? —preguntó Eem con una leve esperanza en la voz, esperanza que fue inmediatamente aniquilada por Ooh, que negó con la cabeza vigorosamente.

—No, todavía no volveremos. Vosotros os presentasteis voluntarios, ¿no? ¿Os estáis arrepintiendo? —preguntó Ooh, enarcando una ceja.

Fue Eem quien negó con una cabeza, exhibiendo una gran sonrisa que apenas se mantenía en pie.

—¿Arrepentirnos? No, solo queríamos saber, Ooh. No nos importa seguir navegando por el Archipiélago —dijo y sus palabras sonaron un poco forzadas, pero Ooh no tuvo tiempo de continuar hablando porque había barullo en el exterior de la heladería.

En la puerta se había juntado un gran grupo de habitantes de la ciudad reconvertidos a personas. Todos ellos mostraban sonrisas y excitación, no dejaban de murmurar entre ellos y mirar a Muma, Nuna, Ooh y los aprendices. Por fin, uno de ellos se atrevió a lanzar una pregunta:

—¿Fuisteis vosotros los que nos salvasteis del monstruo?   

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora