175. Un acto desesperado

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 —A la gente no le gustó demasiado que Arévalo se hubiera convertido en un liche, sobre todo porque lo había hecho matando a una gran cantidad de sus conciudadanos —dijo Butfais y Muma asintió con la cabeza.

—Normal, como que a mí tampoco me haría mucha gracia.

—Así que hubo guerra contra él y el Rey Nigromante llevaba las de perder. A pesar de ser tan poderoso, el pueblo lo era aún más y ni toda la magia ni todos los cadáveres que levantaban iba a marcar ninguna diferencia —explicó Butfais, su voz era ronca, pero agradable, profunda y tranquilizadora. A Muma le gustaba escucharla, pero le gustaba aún más ver a Nunanejo encima de la mesa comiéndose la parte verde de una zanahoria. Tanto de coneja como de humana, no se podía negar que era una monada.

—Y supongo que no le gustó y por eso se cargó media isla —dijo Muma y el dholoriano asintió con la cabeza.

—Un último y desesperado acto, luego de eso el pueblo quemó su castillo dejándolo en ruinas. Una gran pérdida, sin lugar a dudas, pero al menos se libraron del monstruo para siempre jamás —comentó Butfais, el cual se atrevió a acariciar el lomo negro de Nunanejo y esta se dejó, ya que a pesar de la apariencia del dholoriano, él bien sabía ser delicado cuando la situación lo pedía.

—Y ahora no hay peligro, ¿no? —preguntó Muma, lo menos que quería era enfrentarse contra un peligroso liche.

—Por lo que el libro cuenta, no. Allí hay una comunidad de brujos y brujas que se dedican a una magia no peligrosa. Es decir, no juegan con los muertos ni nada semejante. Son inofensivos, por lo menos para nosotros —explicó Butfais y Muma soltó un suspiro de alivio.

—Eso está genial, después de la semanita que me pasé en Acudid me vendrá bien un poco de paz. Y si es junto a Nuna humana mejor que mejor —dijo Muma y miró a Nunanejo con ojos golosos, ya tenía ganas de que volviera a ser humana, de hablar con ella, ir por la calle cogidas de la mano y comérsela a besos en cuanto surgiera la más mínima oportunidad.

—Entiendo —dijo Butfais, cerrando su libro rojo especial.

—¿Y seguro que es allí donde está la tal Seren, no? ¿No volverá a pasar otra vez una situación semejante a la de Asli? —preguntó Muma con suspicacia y, aunque el dholoriano negó con la cabeza, eso no la ayudó a tranquilizarse.

—Es la isla y allí debería estar Seren. Y si ella no está... puede que alguno de los brujos y brujas te ayuden. Quién sabe... pero ten por seguro de que de esta vez sí es la isla correcta.

—Eso espero, sino... —dijo Muma, con un poquito de amenaza en la voz. Aunque lo cierto es que no creía que una de sus bofetadas sirviera con él ni tampoco echarlo a los tiburones porque estaba seguro de que el dholoriano sería capaz de vencerlos. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora