25. El rostro del terror

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Al escuchar estas palabras, Nuna se estremeció de pies a cabeza y le dio la sensación de que aquella isla era incluso peor que la anterior. Por lo menos en la otra no había ningún monstruo, solo playa, bosque y ruinas.

—¿Ella...? —Nuna, sin querer saber a qué se refería.

Ooh apagó el cigarro en la mesa, tenía una cara de entierro.

—Sí, ella... No sé lo que es y tampoco sé cómo matarla... Por mi culpa mis aprendices terminaron así —dijo Ooh lanzando una mirada triste a la pareja convertida en estatua.

—Oh... ¿Entonces hay un monstruo en la isla que convierte en la gente en estatuas? ¿Cómo la Medusa? —preguntó Muma y a Nuna tal tranquilidad le parecía preocupante.

Ooh negó con la cabeza.

—¿Medusa...? No, no creo que fuera una gorgona... Es otra cosa, no sé lo que es... Por eso vine a esta isla, para recopilar información sobre el monstruo que vive en isla. Después de escuchar tantos rumores fue imposible resistirme...

La angustia apretaba la garganta de Nuna con tanta fuerza que temía quedarse sin aire y desmayarse.

—¡¿Y se puede saber qué hacemos en esta isla todavía?! ¡Muma, vamos! ¡Quiero irme de aquí ahora mismo! No quiero tener nada que ver con monstruos, con ningún tipo de monstruos... —sollozó la morena dando pasos de cangrejos en dirección a la puerta.

—No hace falta preocuparse, creo que ella solo sale de noche... —dijo Ooh, liándose un cigarro.

—¿Escuchaste eso, Nuna? No hace falta que te preocupes. Solo tenemos que asegurarnos de irnos antes de que... —Muma terminó la frase abruptamente, cortada justo en el instante en que se giraba en dirección a Nuna con una sonrisa tranquilizadora en el rostro que pronto se pudrió, convertida en un gesto de horror.

Las manos de Ooh se quedaron congeladas en la acción de liarse un cigarro, él también observaba en dirección a Nuna con los ojos bien abiertos.

—¿Qué está pasando...? ¿Por qué me miráis así...? —murmuró Nuna, aunque le daba la sensación de que no la observaban a ella sino a algo que se encontraba justo a sus espaldas.

En ese mismo momento lo escuchó: era una respiración pesada acompañada por un frío que le recorrió la piel y la hizo estremecer entretanto un profundo olor a tierra removida inundó sus fosas nasales.

—Pensé que solo salía de noche... —gimió Ooh.

—¿Está... está detrás de mí? —preguntó Nuna, pero ya sabía la respuesta, pues podía sentir la oscuridad reptando por su espalda.

Quería escapar a los brazos de Muma, pero sus pies no le respondían.

Podía sentir la oscuridad serpenteando por su espalda.

Fue inevitable que comenzara a girar el cuello.

¿Acaso quería descubrir el rostro del terror? 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora