168. El deseo de Nadría

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—¿Qué te ha parecido? —preguntó Butfais nada más terminar de leer el cuento que recién había escrito.

—Horrible, no me gustó nada —contestó Nadría y se sentó en la mesa, pensando cual sería la mejor forma de conseguir que el dholoriano le presentase a la hermosa Mhala Shora.

—Oh, pues me esforcé mucho al escribirlo —dijo Butfais.

—Ya, pero que te esfuerces no quiere decir que vaya a salir algo bueno, ¿entiendes? A veces no vales para hacer algo y ya está. Pero mira, no vine aquí para hablar sobre lo mal que escribes, venía a pedirte un favor...

La voz le salió un poco insegura porque quizás era pedir demasiado, pero al mirar hacia abajo vio la reluciente placa que le habían dado por salvar la vida de la reina y eso fue suficiente como para convencerse de que merecía ser amante de la futura emperatriz de los dholorianos.

—Oye... ¿Quién era esa persona con la que ayer tú y Muma hablasteis por la sala de comunicaciones? —preguntó, como quien no quiere la cosa, casi con desinterés.

—Es mi ama, Mhala Shora, lideresa de la Pústula Sangrienta. ¿Por qué quieres saberlo? —preguntó Butfais y Nadría se relamió los labios, tenía que ser cuidadoso con lo que decía y cómo lo decía.

—Pues... ¿Sería posible que me la presentaras?

—¿Quieres formar parte de la Pústula Sangrienta? Sería la primera vez que un humano quiere hacerlo... —dijo Butfais y, de inmediato, Nadría negó con la cabeza, lejos estaba su intención de unirse a una pandilla de monstruosos grisáceos.

—No, no es eso lo que quiero. Mira, quiero conocer a tu ama para... —Ahí Nadría se quedó en blanco, ¿conocerla? ¿Acostarse con ella? ¿Ser amigos? ¿Follar? ¿Tener una cita con ella?

—Oh, ¿quieres fornicar con ella? —preguntó Butfais y Nadría tragó saliva ruidosamente sin saber cuál sería la respuesta correcta —. No creo que haya problemas, a ella le gusta acostarse con humanos... siempre y cuando valgan en la cama, ¿tú vales?

Nadría asintió con la cabeza vigorosamente. A ver, se había acostado con dos chicas y media a lo largo de su vida, podría decirse que más o menos tenía cierta experiencia y a ellas, más o menos, quedaron más satisfechas que decepcionadas. De todas formas, sería una idiotez decir que no, ¿qué ganaría con eso? Y si al final la decepcionaba en la cama, ¿qué importaba? Tampoco es que le fuera a cortar la cabeza y a clavarla en una estaca como aviso para futuros pretendientes.

—Entonces supongo que podría presentártela, iremos para el castillo de los Dientes Rotos en cuanto mi loro, Pitiminí, regrese —comentó Butfais.

De la pura excitación, Nadría se levantó de un salto del asiento y el corazón le latía a ritmo de jazz.

—¿Y no tardará mucho, no? —preguntó con una boba sonrisa en el rostro.

—Horas, días, semanas... es todo incertidumbre con mi montura, pero no la querría de otra manera —dijo Butfais.

Eso no le gustó demasiado a Nadría, de todas maneras aguantarías la ganas como un campeón.  

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora