26 | Cólicos

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Casi un mes había pasado y ahora era la rubia quién se encontraba ahogada de trabajo.

Cuando se reunieron, la directora si le pidió a ella que diseñara todos los trajes para el festival para el que ya faltaba poco más de un mes.

Y bueno, había estado bastante ocupada con eso, haciendo casi todo ella sola porque Veronica se encargaba de otro tipo de diseños mientras tanto.

Al ser 20 niñas, era bastante trabajo para ella sola.

Por suerte Jughead la estaba ayudando y varias veces se encargó de recibir a Sarah al salir de su clase de Ballet y llevarla a su casa y también de ir por ella a la escuela.

Claro, esto no era siempre. A Betty no le gustaba pedirle ese tipo de favores a Jughead porque sabía que no era responsabilidad de él, pero el insistió bastante, dejandole muy claro que realmente no tenía ningún problema con ayudarla.

Por supuesto las niñas tampoco tenían problema. Despues de todo eso significaba que ellas pasarían más tiempo juntas.

Y hablando de su relación... Ellas aún no sabían. Lo sospechaban, si. Además de que lo querían, por supuesto.

Pero ellos llegaron a un acuerdo y era no decirles nada los primeros meses, no querían que ninguna de las dos se desilusionara si lo de ellos no funcionaba y debían separarse, o algo así.

Y además separarlas también a ellas. Por ahora, mientras comenzaban, preferían mantenerse como "amigos" delante de ellas.

Era temprano cuando Betty llegó al estudio. Estaba sola ahí ya que si llegó bastante temprano luego de dejar a su hija en la escuela.

Escuchó el timbre del estudio sonar y enarcó una ceja.

Se acercó a la puerta y al abrir, se cruzó de brazos.

- ¿No deberías estar trabajando, Jones? -le preguntó al pelinegro quién cerró la puerta y se acercó a ella, dejando sobre una mesa una bolsa.

- Si, debería... -se encogió de hombros y besó sus labios. - Buenos días.

- Buenos días, Juggie. -sonrió.

- Como me dijiste que estarías aquí y para llegar a la empresa paso justo al frente... Decidí venir a verte un rato. -sonrió. - Y como también dijiste que tenías cólicos te traje chocolates, helado y unas pastillas que me recomendó la farmacéutica, espero que te funcionen.

Betty sonrió y lo abrazó. - Muchas gracias Juggie.

- Todo sea por consentir a mi novia, ¿Ok? -besó su cabeza y la abrazó.

Ella se sonrojó levemente y se alejó. - Ve, o vas a llegar tarde. -dejó un pico en sus labios. - Y gracias por esto.

- Te quiero, Betts. Llámame si necesitas algo. -le pidió, alejándose de ella.

Betty asintió y el le guiñó un ojo antes de irse, haciéndola reír. - Te quiero. -le respondió antes de que el saliera.

Se acercó a la bolsa y tomó los chocolates con una sonrisa, y además, notó que eran las patillas que ella siempre tomaba para los cólicos. Justo lo que necesitaba.

En la tarde, Betty llevó a su hija a la academia. Ya había adelantado bastante su trabajo con los trajes, así que decidió darse un descanso lo que restaba de día.

La dejó entrar y ella salió del local para irse, cuando vió al pelinegro caminar hacia la entrada.

- Hola Betty. -Valerie la saludó, abrazó a su padre y entró apresurada, ya que iba un poco retrasada.

El pelinegro se quedó frente a la puerta del local, mirando a la rubia con una ceja enarcada. - ¿A donde ibas, señorita? -ella se sonrojó. - Vienes aquí después de días y no piensas esperarme.

- Iba a tomar un café en el starbucks cerca de aquí. -admitió. - Y como llegabas tarde pensé en verte al volver...

- Y no me ibas a esperar. -dijo indignado de forma dramática.

Ella lo tomó de las mejillas y besó sus labios. - Ya estás aquí. -sonrió. - Y podemos, no se... -tomó su corbata. - Irnos en tu camioneta, a alguna calle desolada...

Jughead enarcó una ceja con sorpresa. - Betts... Pensé que tenías tu período.

Ella negó. - Aún no. -sonrió. - Los cólicos siempre me dan días antes. Pero ese no es el punto. -negó.

El la miró con los ojos entrecerrados y sin decir nada, entrelazó sus manos guiándola a su camioneta, para abrirle la puerta de esta.

- Eres una provocadora. -la retó, pensando hacia donde podían ir mientras se subían al auto.

- Ay, pero te gusta... -ella se mordió el labio mirándolo de forma inocente y el gruñó.

- Ya verás. -la miró de reojo y el lugar exacto le llegó a la mente. El mirador. Tal vez sus vidrios polarizados si servían de mucho en momentos como ese.
























Hola, estoy escribiendo el capítulo 31.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora