17 | ¿Puedo?

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Ya la comida había llegado, y ambos estaban comiendo, aún charlando y conociéndose.

- Si, realmente si la amé mucho. -Jughead admitió, encogiéndose de hombros mientras hablaba de la madre de su hija. - Y fue muy difícil cuando falleció. Tenía 17 años, una hija recién nacida y lo único que yo pensaba era: ¿Como le diré a mi hija que su madre falleció cuando ella nació?

- Supongo que fue muy difícil, Jug. -Betty asintió. - Pero tuviste suerte de contar con el apoyo de tus padres.

- Si. -asintió de acuerdo. - Siempre me lo dieron todo. Hablando de lo material, y del cariño y atención también.

- Se ve que son una familia muy unida. -sonrió tomando un sorbo de su copa de vino. - Lo noté en la fiesta de Valerie.

El soltó una breve risa. - Si, siempre lo hemos sido. Y mi madre, bueno... A pesar de que cuando les dije me dieron muchos sermones, a mi y a su madre. -ambos rieron. - Ella desde siempre amó muchísimo a Valerie, al igual que mi padre.

- Es su nieta consentida. -dijo Betty divertida. - Y al ser la única, saben que deben disfrutar con ella todo lo que puedan.

- Hey, pero algunas veces la consienten de más. -rodeó sus ojos.

- Como que si tu no lo hicieras. -ella enarcó una ceja. El se sonrojó levemente.

- Bueno, solo un poco...

- Aja. -ella rió.

- Es que quiero darle siempre lo mejor. -se defendió. - Es mi niña.

Ella hizo un puchero y lo miró con ternura. - Aaw. -sonrió. - Eres un padre muy lindo.

Su sonrojo se extendió aun más y bajó su mirada. - Ya. -pidió apenado y Betty soltó una risa burlona.

Continuaron hablando, y al terminar la comida, el le preguntó algo.

- ¿Quieres postre? -ella negó.

- No, Jug. Estoy bien así. -admitió. - Si quieres pide para ti.

El negó. - No, también estoy bien. -aceptó. - ¿Nos vamos?

Betty asintió y ambos se levantaron de la mesa, el la tomó de la cintura de nuevo y la guió hacia la salida del elegante local.

Antes de salir, se encontraron con una mujer.

- ¡Jughead! -la señora se acercó a abrazarlo bastante alegre. - ¿Como estás? ¿Y valerie? -preguntó confundida al no ver a la niña.

El soltó una leve risita. - Esta vez vine sin ella. -sonrió. - Giorgia, ella es Betty. -presentó a la rubia. - Betts, ella es giorgia.

- Hola, linda. Es un gusto. -la chica estrechó su mano con la de la rubia. - Pero veo que tienes una cita muy hermosa el día de hoy... -halagó a la rubia, mirando a Jughead.

Betty se sonrojó, y el pelinegro soltó una risa.

- Así es, Giorgia.

- Bueno, los dejo ir. Espero que hayan disfrutado la comida. -les sonrió.

- Lo hicimos. -Betty asintió. - Estuvo perfecto todo. -admitió.

- Un gusto, linda. Nos vemos luego, Jughead.

- Hasta luego, Giorgia. -le sonrió. La señora les dió una última mirada antes de alejarse.

Ambos continuaron caminando hasta salir, y el le habló.

- Ella es la mujer de la que te hablé, la dueña del restaurante. -le explicó. - Al parecer su esposo no está hoy.

- Es bastante amable. -dijo Betty y el asintió.

- Si... La conozco desde que soy un niño. -le abrió la puerta del auto. - Adelante, señorita. -dijo haciendo una especie de reverencia.

Ella soltó una risa y subió al auto, al igual que el.

Minutos despues, ya estaban de nuevo frente a la casa de la rubia. El pelinegro le abrió la puerta del auto y tomó su mano para ayudarla a bajar.

La guió a la puerta de la casa y al llegar ambos ahí, se quedaron frente al otro, con un espacio entre ellos.

- La pasé muy bien esta noche. -admitió la rubia. - Espero que se repita.

El enarcó una ceja y sonrió, para luego asentir. - Por supuesto, Betts. Lo repetiremos. -afirmó.

- Bueno, te tomaré la palabra. -dijo, buscando las llaves de la casa en su bolso de mano. - Hasta luego, Jug.

Estaba por abrir, cuando el la llamó. - Betty.

Ella se volteó hacia el de nuevo, notando que se acercó. - ¿Si? -preguntó poniéndose nerviosa ante su cercanía.

Jughead la tomó de la cintura, uniendo sus cuerpos y acercando sus caras. - ¿Puedo? -le preguntó en un murmuro.

- ¿Que? -ella preguntó en un hilo de voz.

- ¿Puedo besarte? -completó su pregunta, siendo más específico.

El corazón de ambos iba a mil latidos por segundo, y ella sintió que se desmayaría de los nervios, como una adolescente a punto de ser besada por su crush.

Se sentía la clara tensión entre ambos. Betty relamió sus labios para mirarlo a los ojos y asintió lentamente.

- Puedes. -confirmó. El también relamió sus labios, bajando su mirada a los de Betty y se acercó, para besarla.

La besó lentamente al principio, sin quitarle el toque de pasión al beso, hasta que se quedaron sin aire y se separaron.

Jughead la miró a los ojos y acarició su mejilla.

- Definitivamente, esto se va a repetir. -el murmuró haciéndola reír con las mejillas sonrojadas.

- Buenas noches, Jug. -le susurró y dejó otro casto beso en sus labios. - Esta vez tu me enviarás un mensaje al llegar.

El asintió con una sonrisa, quitando sus manos de su cintura para alejarse. - Lo haré. Descansa, Betts.

Betty le sonrió por última vez, antes de abrir la puerta de la casa y entrar, esperando que el entrara al auto y se fuera, para cerrar la puerta.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora