39 | Que asco

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A la mañana siguiente, Betty despertó y se removió entre los brazos de Jughead, quién la tenía contra su pecho de forma protectora.

- Juggie... -ella murmuró, acariciando su mejilla para que despertara.

- ¿Mhm? -el abrió un ojo para mirarla y Betty rió.

- Despierta amor. -le pidió.

- No puedo. -negó adormilado. Betty rió y besó su mejilla.

- Entonces déjame levantarme.

- Tampoco puedo. -negó de nuevo con sus manos en la cintura de la rubia para que no se levantara.

- Jug. -Betty se quejó en una risa.

- Duerme un poco más amor. -le pidió, aún sin abrir sus ojos.

- No, debo ir por Sarah, tú debes ir por Valerie y la chica llegará antes del mediodía. -le explicó. El bufó, sacó su mano de la cintura de la rubia y frotó su ojo derecho para luego abrir los dos.

- Nena, pero ven aquí antes. -le pidió cuando estuvo a punto de levantarse.

La rubia se sentó en su abdomen y el mordió su labio.

- Ey, bajale a la calentura Jones. -ella dijo algo divertida ante la mirada deseosa de su novio.

- ¿Y por qué te sientas así sobre mí? -preguntó y bufó mirándola. - Ni buenos días me dices. -se quejó.

Ella rió, inclinándose hacia adelante para unir sus labios en un apasionado beso, pero de forma lenta. Cuando se separaron, Betty dejó otro besó en su mejilla y sonrió.

- Buenos días, amor.

El sonrió con suficiencia. - Buenos días, nena. Por fin, dormiste una noche conmigo.

- Y no será la última vez, Juggie.

- Bueno, ya levántate porque si mi amigo despierta no te dejaré ir en un buen rato.

Ella enarcó una ceja ante la amenaza y movió sus caderas, acercándose más a él para rozar sus labios sin unirlos completamente.

- Betty. -gruñó en forma retadora. Ella sonrió.

- Que fácil eres. -se burló.

- Levántate. Sé que no harás nada más que provocarme. -se quejó.

- ¿Quién te dijo eso? -hizo un puchero de forma falsa, mientras le hablaba al oído.

Luego se alejó de él y se levantó, mirando egocéntrica el bulto en sus boxers.

- Iré a ducharme. -le informó, cerrando la puerta del baño luego de entrar.

El bufó y se levantó para abrirla, pero cuando lo intentó, dejó dos toques.

- Quita la traba. -le pidió.

- No, Juggie. -ella respondió desde adentro. - Tu ve preparando nuestro desayuno. -ella sonó divertida y Jughead rodeó sus ojos con fastidio.

Rato despues, Betty subió a su carro junto a su hija luego de equipar en este todo lo que la niña necesitaría.

Su traje, sus zapatillas, un poco de maquillaje para retocar y cosas así.

- Mami, ¿Donde dormiste ayer? -le preguntó Sarah confundida.

Betty se sonrojó levemente con su vista en el camino. - Fuera de casa.

- Yo se. -dijo con obviedad. - ¿Pero donde?

Betty suspiró. - Estaba con Jughead en su casa.

Ella abrió sus ojos como platos. - ¿Fuiste a la casa de Valerie y no me llevaste? -preguntó cruzándose de brazos con indignación.

- No. -Betty rió. - Valerie no estaba.

- Ah. -la niña dejó caer sus hombros y desvió su mirada al camino, encogiéndose de hombros. - Sin Valerie es aburrido.

- Como digas. -la rubia murmuró con diversión, recordando su día y noche anterior junto a Jughead.

Un rato despues, ya estaban en la casa Jones. Valerie y Sarah se encontraban en el sofá de la sala hablando bastante emocionadas sobre el festival, para el que solo faltaban un par de horas.

Mientras tanto, Jughead y Betty estaban en la cocina preparando juntos el almuerzo para ellos, las niñas, la chica que iba a arreglar a las niñas y además Cheryl y Toni que aun no llegaban.

- ¿Paella? -Betty preguntó, abriendo la puerta del congelador. - Tienes mariscos. -señaló.

- Bueno. -Jughead asintió. - ¿Sarah y tu no son alérgicas a nada, cierto?

- No que yo sepa. -Betty negó. - Y ya las dos comimos mariscos, así que no te preocupes. -sonrió.

- Bueno, entonces eso será. -sonrió, tomándola de la cintura.

Ella dejó sus manos contra su pecho y Jughead se inclinó a besar sus labios de forma lenta.

- Iugh. -una voz interrumpió su beso. - Que asco. -ambos se separaron y vieron a Valerie con una mueca en la puerta de la cocina. - No quiero ver cuando se den besitos.

- Lo siento, Val. No te vimos. -la rubia se disculpó.

La pelinegra más chica se encogió de hombros suspirando y se acercó a su padre.

- Papá, ¿Me das dos vasos? -pidió. - Sarah y yo queremos agua. -le explicó. El asintió, tendiéndole los dos vasos del estante allto y los llenó de agua.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora