92 | No es una competencia

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Luego de ahí, y de que la pareja compartió un poco más con sus amigos y familia, todos se fueron por separado, ya que según Jughead las sorpresas para Betty no acababan.

- ¿Todavía hay otra sorpresa? -Betty le preguntó con los ojos abiertos como platos mientras subían al auto del pelinegro.

El rió. - Bueno, no es gran cosa...

- Jug, literalmente cuando dices eso son cosas increíbles. -ella le dió una mala mirada.

- Me gusta hacer las cosas a lo grande. -le guiñó un ojo y comenzó a conducir.

Al llegar, el paró el auto, pero la rubia se veía metida en su propio mundo, mirando sus manos sobre sus piernas, pero específicamente el anillo en su dedo.

El pelinegro la miró, y notó la sonrisa en su cara.

- Betts. -llamó su atenció.

- ¿Ah? -ella levantó su vista, haciéndolo reír.

- ¿Todo bien? Ya llegamos. -informó.

- Oh, lo siento... -ella miró por la ventanilla. - No lo había notado. -admitió.

- ¿Que pasa? -tomó su mano acariciándola lentamente.

Ella sonrió. - Es que... En serio me encantó lo que preparaste. -sonrió. - Fue hermoso. Y saber que me voy a casar contigo...

Jughead se acercó a dejar un cariñoso beso en sus labios para luego mirarla a los ojos. - Siempre te lo digo, te doy lo que mereces, aunque me falta mucho más...

- Eres increíble. -murmuró. - Y las palabras nunca me van a alcanzar para explicarte todo lo que me haces sentir. -admitió con una sonrisa ladina. - Te amo mucho, Juggie. Futuro esposo. -dijo algo divertida.

El soltó una risita. - También te amo mucho, futura esposa. -sonrió. Se besaron una vez más y luego el se alejó. - Vamos.

Se bajó del auto para luego abrirle la puerta a la rubia y tomados de la mano entraron a un hotel.

- Buenas noches, señor Jones. -en la recepción, un chico lo saludó. - Tenga. -le tendió una tarjeta. - Su habitación está en el último piso.

- Muchas gracias. -ambos se alejaron de camino la ascensor.

- ¿Te conoce?

- Nena, organicé todo muy bien. No te sorprendas. -sonrió tomándola de la cintura cuando las puertas del ascensor se cerraron.

El marcó el piso 20 el cuál era el último.

Betty lo miró mientras lo abrazaba y lo besó apasionadamente, con el tomándola de la cintura apegando sus cuerpos.

- Primero la cena, ¿No? -el preguntó divertido cuando se separaron.

- Solo te estaba besando. -murmuró algo sonriente, pero su voz se notaba porvocativa.

- Ajá. -el rió, y las puertas del ascensor se abrieron.

Caminaron juntos fuera de este hacia la última puerta del pasillo y en esta Jughead escaneó la tarjeta que le dieron en la recepción, y así logró abrir la puerta.

Al entrar, Betty notó que todo estaba decorado, las luces apagadas, velas encendidas y flores por todos lados y globos blancos en el piso.

- Adelante. -el le permitió.

Betty lo miró sonriendo y entró junto a él quien cerró la puerta.

El pelinegro la guió a la terraza de la gran habitación, y en medio de esta había una mesa para dos, y la cena ya servida.

- Antes de la cena, quiero que admires conmigo esta vista. -le pidió tomandola de la mano para guiarla al final de la terraza.

Betty miró todo, la ciudad desde lo alto, las pequeñas luces a lo lejos y el mar.

Sin que el se lo esperara, la rubia lo abrazó fuertemente.

- Es hermoso todo, Juggie. Te amo.

- Tambien te amo mi nena, ¿Cenamos?

- Claro. -rió y se sentaron juntos a la mesa.

Cuando comenzaron a comer, en silencio, Jughead notó a la rubia con la mirada algo perdida y pensativa.

- Nena... ¿Que pasa? -preguntó confundido, y un tanto preocupado.

- Es que... -ella suspiró dejando su tenedor a un lado y lo miró. - Tu hiciste todo esto, lo del teatro con las niñas, y yo... Solo te di un cuadro. -hizo una mueca.

El rió negando y tomó su mano sobre la mesa. - No hago nada de esto como una competencia o para comparar regalos. -admitió. - No es para eso, es simplemente para celebrar nuestro aniversario, y bueno, pedirte matrimonio. -sonrió.

- Si, pero... Tu te esforzaste tanto. -murmuró.

- Nena, basta de torturarte. El cuadro que pintaste es hermoso, y lo hiciste todo tú sola, como una sorpresa para mí, te esforzaste para que yo no me diera cuenta e hiciste un trabajo increíble.

- Pero igual, es-

- Solo dime una cosa. -la interrumpió. - ¿Cuanto tiempo te llevó? -enarcó una ceja. - Se que pintar un cuadro no es algo de dos días.

- Bueno... Al menos dos semanas. -admitió. - Porque debía hacerlo cuando tu no estuvieras en casa y algunos días lo llevé conmigo a mi estudio.

- ¿Ves? -sonrió. - Sé que tu también te esforzaste mucho, porque invertiste mucho de tu tiempo en eso, porque desde antes de que llegara este día estuviste pensando en que hacer para mí, y eso es lo que valoro, eso es lo especial. -explicó.

- ¿Como es que siempre sabes que decir? -se quejó divertida.

- Es un don. -le guiñó un ojo. - Pero de verdad, nena, no debes preocuparte por eso. -negó. - Tu puedes regalarme una hoja del parque y yo la voy a atesorar por siempre como un regalo especial.

- Bueno, ese será mi regalo para tí nuestro próximo aniversario. -dijo algo divertida.

- Lo que quieras, nena. -sonrió mirándola y ambos rieron juntos.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora