152 | Mi esposa

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Solo diez minutos despues Betty llegó al edificio de la empresa Jones. Aparcó su auto frente a este a un costado de la calle y se bajó con la carpeta en su mano derecha.

Entró caminando con seguridad y recibió varias miradas. Escuchó ciertos murmuros, pero realmente ni sabía que decían por el idioma.

Aunque muchos en esa empresa eran de Los Ángeles, hablaban los dos idiomas. Pero por supuesto Italiano en su mayoría.

Entró al ascensor y marcó el último piso. Cuando se abrió, salió al extenso pasillo y notó al final de este una puerta grande de madera, con una pequeña recepción para pasar donde estaba una chica.

Notó que en la puerta decía claramente "Direttore Forsythe Jones II".

Estaba por seguir con su camino a la puerta que vió al costado del pasillo, la oficina de Jughead, cuando la chica le habló.

- Mi dispiace, non puoi entrare lì. -le habló en Italiano y Betty paró en seco.

No había entendido, pero entonces le respondió. - Yo no hablo Italiano... -explicó algo apenada.

La chica suspiró. - No puede entrar ahí. -señaló la puerta de la oficina de su suegro y luego la de su esposo, hablando en español pero con un leve acento Italiano.

- Yo debo entregarle esto a Jughead Jones. -explicó, enseñando la carpeta de color café.

- Lo siento pero no puedes. -negó. - El señor Jones no me ha notificado. -explicó.

Betty estaba por responder, cuando una chica apareció por el pasillo con un vestido negro ceñido al cuerpo y la interrumpió.

- Disculpa, ¿Aún no has entendido que no puedes estar aquí? -dijo Franchesca seria. - Maríah, llama a seguridad, le dije cuando entró que no podía estar aquí.

La rubia miró a Franchesca totalmente indignada, y entonces mientras la chica llamaba a seguridad Betty se apresuró hacia la puerta de la oficina de su esposo.

Dejó un toque en esta y justo en ese momento dos guardias aparecieron por el pasillo.

Pero entonces para la mala suerte de Franchesca, la puerta se abrió.

- Nena. -murmuró el pelinegro con una sonrisa ladina al verla, pero se notaba confundido. - ¿Por qué tocas tan desesperada?

Betty sonrió y lo tomó de la mano. - Tu querida socia hizo que llamaran a seguridad.

Franchesca quién se notaba bastante apenada negó rapidamente y luego se hizo la sorprendida. - Pero si eres tú, Elizabeth. -dijo. - Discúlpame, realmente fue un error. -intentó acercarse y miró a los guardias. -Puoi andare.

Ellos estaban por irse pero Jughead negó. - No. Resta con lei in sala riunioni e chiama subito il signor Leone. -ordenó con seriedad.

Ella intentó negarse, pero ambos guardias la llevaron con ellos a la sala de reuniones tal como ordenó Jughead.

- No quiero que vuelvas a seguir una sola orden de Franchesca. -le dijo a Maríah. - Por cierto, llamaste a los guardias para que se llevaran a mi esposa.

Ella lo miró apenada y Jughead tomó a la rubia de la cintura para entrar junto a ella a su oficina.

El se notaba serio y algo molesto al tomar la carpeta de las manos de Betty.

- Jug. -ella lo llamó.

- Ven, vamos a la sala de reuniones, debo hablar seriamente con el señor Leone.

- No quiero que tengas problemas con él por mi culpa. Franchesca es una cosa y el otra.

- No me importa, ya fue suficiente con ella y tu incluso tienes más derechos en esta empresa que ella. -explicó.

Betty suspiró acercándose. - Bien, haremos lo que quieras. -dejó sus manos sobre sus hombros. - Pero al menos salúdame, ¿No? -dijo algo divertida.

El rió levemente y dejó una de sus manos en su mejilla para besar sus labios lentamente. - Vamos. -la guió afuera.

Al llegar a la sala de reuniones, el señor Leone se levantó furioso de la silla acercándose a Jughead.

- ¿Puedo saber por qué mandas a traer a mi hija aquí con los guardias, como si fuera una delincuente? -cuestionó con molestia.



Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora