43 | Me siento triste

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Dos semanas después, en su rutina de siempre, las niñas se encontraban en su clase de Ballet ya que era miércoles.

Betty tenía la tarde libre así que decidió esperar a Sarah en la academia mientras terminaba la clase.

Estaba sentada ahí mirando su teléfono hasta que la puerta del salón se abrió y vió a Valerie salir, limpiando algunas lágrimas que salían de sus ojos.

Ella miró confundida, pero la niña no notó que Bettty estaba ahí. Vió que se dirigía al baño y se apresuró a seguirla.

Valerie entró y la puerta se cerró para cuando Betty llegó, pero abrió de nuevo.

- ¿Val? -preguntó, mirándola frente al espejo. - ¿Todo bien, linda? -le preguntó.

- No quería salirme de la clase. -negó. - Pero es que me siento triste. -admitió.

- Ven aquí. -se agachó y estiró sus brazos a la niña, y esta se apresuró a abrazarse a ella, llorando en su hombro. - ¿Que tienes? ¿Quieres irte?

Ella asintió. - ¿Puedes llamar a mi papá?

Betty suspiró. - Tu papá está ocupado y a la clase aún le queda hora y media, ¿Te parece si te llevo yo a la empresa?

- Por favor. -pidió.

Betty se encargó de notificarle a la profesora el estado de la niña y que se la llevaría y además a Sarah que volvería para buscarla a la hora en la que terminaba la clase.

En el camino, Betty conducía concentrada hasta que le habló a la niña que estaba bastante callada.

- ¿Quieres contarme que tienes? -le preguntó en voz baja.

Ella suspiró y asintió. - Es que... Hoy sería el cumpleaños de mi mamá. -murmuró. - Y me pone triste que no esté, porque todos tienen mamá, y yo no. -admitió.

Betty mordió su labio y de alguna manera, se sintió identificada con aquella niña.

Su madre estaba viva, pero era como si no lo estuviera.

- Val. -murmuró, estacionándose frente a la empresa y volteó a ella, mirando sus ojos vidriosos. - Entiendo como te sientes... Pero como escuché que tu padre dijo una vez, tu madre es un lindo angelito que te cuida desde el cielo. -le explicó, acariciando su mejilla.

- Pero yo la quiero aquí. -hizo un puchero.

- Te entiendo muy bien, ¿Sabes?

- ¿Tu mamá también está en el cielo? -preguntó.

Betty le dió una sonrisa triste y negó. - No, pero no se de ella hace mucho tiempo, porque peleamos. -admitió con una mueca. - Y a veces también me hace falta, pero ¿Sabes como me siento mejor?

- ¿Como?

- Cuando recuerdo que tengo una hermosa hija que apoyar, que tengo personas que me apoyan sin importar qué, así como Veronica o tu papá. -explicó. - Y tú, linda. -dejó un toque en su naríz haciéndola reír levemente. - Tienes un padre increíble, a tus abuelos y tías que siempre están para tí, tienes a Sarah y por supuesto... Me tienes a mí.

Ella asintió. - Si... Y yo los quiero mucho a todos. Y a ti también, Betty. -dijo sonrojada.

La rubia rió. - ¿Quieres un abrazo? -le preguntó.

La niña asintió acercándose y se dieron un hermoso abrazo. Valerie cerró sus ojos y suspiró con una sonrisa, sintiéndose más calmada y menos triste.

Se separaron y Betty acarició su cabello. - Ya, vamos con tu padre.

Ambas bajaron del auto para entrar a la empresa y subieron al último piso en el ascensor.

Se dirigieron a la oficina del pelinegro y tocaron la puerta, ya que la secretaria no se encontraba afuera.

Jughead abrió la puerta y se sorprendió al ver a ambas chicas tomadas de la mano.

- ¿Val? -preguntó mirándola y luego a su novia. - ¿Por qué no estás en tu clase? -preguntó confundido.

- Papi es que me sentía triste, pero Betty habló conmigo y ya no tango. -admitió.

- ¿Ves por qué no quería que fueras a tu clase? -la dijo, haciéndole seña a Betty de que pasaran juntos a la oficina.

El se sentó en su silla con la niña en sus piernas y Betty frente a ellos.

- Es que me gustaría celebrar este día con mi mamá. -admitió, recostada en el pecho de su padre mientras el acariciaba su cabello.

- Princesa... -murmuró.

- Pero está bien, papi. Betty me dijo que piense que te tengo a ti, a mis abuelos, a mis tías, a Sarah y a ella. -señaló a la rubia. - Porque ustedes siempre me dan mucho cariño, y yo los quiero.

El sonrió. - Si, linda. Tienes que aprovechar a las personas que están contigo, estando segura de que siempre estarás bien, porque tu madre siempre te cuida, aunque no la veas.

- Ok, papi. -sonrió levemente y el besó su frente.

Minutos despues ambos salieron dejando a la niña adentro mientras dibujaba en una hoja.

- Gracias por traerla, nena. -Jughead le dijo a su novia. - No quería llevarla hoy porque estaba triste, pero ella insistió...

- Está bien, Jug. Lo bueno es que ya se siente un poco mejor. -ella se acercó a abrazarlo y al separarse lo miró a los ojos con su mano en la mejilla de él. - ¿Y tú?

- ¿Yo qué? -preguntó con una ceja enarcada.

- ¿Tu como te sientes? -cuestionó.

Jughead suspiró y bajó su mirada.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora