Ballerinas | Bughead | +18

45 | Viaje

Días después, Jughead salió de la empresa en la tarde y en vez de ir a su casa, fue al estudio de la rubia donde sabía que ella estaba.

Era martes, así que las niñas no habían tenido clases de Ballet.

Jughead entró y le sonrió a la chica de la recepción con amabilidad.

- Pasa, Betty está adentro.

- Gracias. -el dijo y caminó para abrir la puerta y entrar. Luego caminó al fondo del lugar y abrió otra puerta, entrando a la oficina de la rubia.

- Jug. -ella sonrió al verlo.

El se acercó y besó sus labios, sentándose frente a ella.

- ¿Y Sarah? -preguntó confundido.

- Salió con Veronica, fueron a comprar dulces. Sabes que le encanta consentirla. -bufó, rodeando sus ojos.

- Ay no estés celosa nena, yo puedo consentirte a ti si eso quieres. -le dijo divertido.

- ¡Jug! -se quejó sonrojada y el rió, guiñándole un ojo.

- Quería pasar a verte y a avisarte que mañana me iré de viaje. -suspiró. - No te asustes, será solo una semana.

Ella enarcó una ceja, dejando lo que hacía para mirarlo. - ¿A donde irás Juggie? -le preguntó.

- Italia. -explicó. - Iré con mi padre, tenemos trabajo allá.

- Oh... -asintió entendiendo. - Pero una semana es mucho. -se quejó cruzándose de brazos.

El rió y negó. - No, no es mucho. -negó tomando su mano y besándola. - ¿Quieres cenar hoy conmigo? Valerie se quedará con mi madre desde hoy.

Betty sonrió de lado. - Bueno, pero déjame preguntarle a Veronica si puede quedarse con Sarah.

El estaba por responder, cuando la puerta se abrió.

- ¡Mami, la tia Ronnie me compró un anillo de caramelo! -se lo enseñó con emoción y luego dejó de saltar al ver al pelinegro. - Oh, hola Jug. -saludó.

El rió. - Hola, pequeña. -le sonrió.

- Buenas buenas. -Veronica se acercó al pelinegro y lo saludó.

- ¿Como estás, Veronica? -el le preguntó muy amablemente, luego de dejar un beso en su mejilla.

Ella enarcó una ceja. Miró a Betty y luego lo volvió a mirarlo a él, entrecerrando sus ojos.

- Si, si puedo. -dijo de repente.

- ¿Si puedes qué? -Betty preguntó confundida y Jughead rió entendiendo.

- Cuidar a Sarah hoy. -dijo obvia. - ¿Acaso no viste como me saludó? -señaló al pelinegro con indignación. - Puro interés...

Jughead se carcajeó. - Gracias Ronnie. -le guiñó un ojo.

Mientras tanto, Sarah veía la escena confundida. - No entendí. -negó. Se encogió de hombros y salió de la oficina.

- ¿Y por qué entre semana? -preguntó confundida a la pareja.

- Jug se irá mañana a Italia, entonces iré a cenar en su casa.

- ¿Que te irás mañana? -Veronica abrió sus ojos como platos y el rió negando.

- Solo una semana. -explicó y ella suspiró.

- Me asusté, ¿Ok? -ellos rieron.

Jughead se levantó. - Bueno, iré a casa de mi madre, ¿Paso por tí en la noche, Betts? -le preguntó.

Ella asintió cuando el se acercó y besó sus labios. - Te amo. -le murmuró.

- Te amo. -ella respondió.

- Adiós Ronnie, y gracias. -el le guiñó un ojo divertido.

La pelinegra rodeó sus ojos divertida y el se fue.

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- Princesa, aquí están las cosas que te hacían falta. -le explicó el pelinegro a su hija, tendiéndole un bolso de color azul celeste.

- Oki, papá. -ella lo tomó.

- Mamá, ten. -el pelinegro le tendió un manojo de llaves a la castaña. - Las llaves de mi casa por si a Valerie le hace falta algo. -explicó.

Ella asintió y las tomó. - Relájate mi niño, solo será una semana.

- No me gusta que nos separemos así. -explicó refiriéndose a su hija, cuando ella salió al patio.

- Tranquilo, estaremos bien. -besó su mejilla. - Ahora anda tranquilo.

El suspiró y asintió. - Iré a despedirme de Val.

Salió al patio y la vió jugandi con Totto.

- Princesa, ya me voy. -le informó, llamando su atención.

Ella se acercó y lo abrazó. - Te amo papi.

- Y yo, linda. -murmuró besando su mejilla. - Te llamaré todos los días, ¿Si? -ella asintió.

Besó su mejilla una última vez antes de irse y entró a la casa de nuevo.

- Mañana a las 5:00 AM en el aeropuerto. -Fp le pidió a su hijo. - Puntual.

El asintió. - Bien. Te veo mañana, papá.

Se acercó a su madre y la abrazó, besando su frente.

- Te amo mamá, nos vamos la próxima semana.

- Te amo, mi niño. -le sonrió.

El también lo hizo, y luego se fue de ahí.

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