113 | Mi niña

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Al día siguiente, la pareja iba de vuelta a la ciudad. Betty quedó de encontrarse con su abogado en una pastelería del centro.

Al llegar, Jughead aparcó el auto. - Te espero, amor.

Ella sonrió. - Ya vuelvo.

Se bajó del auto y entró a la pastelería buscando con la mirada a su abogado, el cual también era su amigo.

- Kev. -sonrió al verlo y se acercó a él.

- Betty Cooper. -el rió. - Bueno pero la familia te tiene desaparecida del radar. -dijo algo burlón.

Ella rió sentándose frente a él. - Si... Es difícil con tres niños en casa.

- Aún así te ves radiante. -la halagó. - Y más feliz.

La rubia sonrió y el pelinegro frente a ella tomó su maletín para sacar una carpeta y la abrió frente a la rubia.

- Aquí está lo que me enviaste anoche. -explicó. - Lo leí y todo está perfecto, de igual forma leelo tu también con mucho cuidado, cuando lo hagas firma, luego tu esposo también deberá firmar, y su abogado.

Ella asintió, tomó la carpeta y la guardó con cuidado dentro de su cartera.

- Muchas gracias Kev, porque te hice trabajar hoy domingo. -rió.

- Tranquila. -el le quitó importancia. - Solo era poner mi firma. -se encogió de hombros. - No me molesta. Pero si me molestaré si no vamos algún día a tomar algo juntos, eh. -se quejó señalándola amenazador.

Betty asintió. - Cuando pueda te llamaré y nos tomaremos algo. -se acercó a él y besó su mejilla. - Ya debo irme, mi esposo está afuera.

- Anda. -el rió. - Cuídate.

La rubia le sonrió por última vez antes de salir del local y subir de nuevo a la camioneta de su esposo.

- ¿Lista? -el le preguntó.

- Mhm. -ella asintió abrochando su cinturón de seguridad y el pelinegro encendió el auto. - Ya podemos ir a casa.

Esa misma tarde, ya estaban de vuelta a casa con sus niños y Cheryl y Toni ya no se encontraban ahí.

Jughead estaba en el patio trasero caminando con Marco en sus brazos, ya que el y Betty habían tenido un rato largo intentando que durmiera, pero no lo hacía.

Mientras tanto, Betty y las dos niñas estaban en la habitación de Sarah.

- ¿Hoy mismo mami? -Sarah le preguntó a su madre.

- Cuando tu quieras, mi vida. Hago esto por tí. -le sonrió.

- ¿Entonces vamos a tener el mismo apellido? -preguntó Valerie.

- Si. -Betty asintió. - Y Jughead legalmente será el tutor de Sarah.

- ¿No lo era ya? -preguntó confundida.

- Bueno, es difícil explicarte, pero esto. -señaló el papel. - Hará que lo sea.

- Bueno, entonces dáselo, Sari. -Valerie le dijo a su hermana.

- Ok. -la niña se levantó.

Se notaba algo nerviosa y emocionada, era como una mezcla de ambos sentimientos.

- ¿Me acompañan? -la rubia menor le preguntó a su madre y hermana.

Ambas asintieron y juntas bajaron las escaleras, para luego salir al patio trasero en busca del pelinegro que reía junto a su bebé.

- Papi. -Sarah se acercó con un poco de pena.

- ¿Que pasa, princesa? -le preguntó el llevando toda su atención a la niña.

- Quiero enseñarte algo. -explicó.

- Claro linda, ¿Me das un momento? -pidió. - A ver si logro dormir a tu hermano.

- Papi, pero ahora. -pidió. - Tienes que ver ahora.

El suspiró y subió su mirada, viendo que también estaban Valerie y Betty en la puerta.

- Bueno. -asintió y la tomó de la mano. - Vamos entonces.

Todos entraron y la niña se sentó en la mesada, pidiéndole a su padre que se sentara junto a ella, luego de que Betty fue la que tomó en sus brazos al bebé.

- Papi... Quiero que leas esto. -le pidió, tendiéndole la hoja que había tenido en sus manos.

El la tomó confundido y comenzó a leer detenidamente. Minutos despues, cuando terminó sus ojos estaban cristalizados, y lo primero que hizo fue ver a su esposa.

- Betts. -murmuró con una sonrisa. - ¿De verdad?

Betty asintió, también con sus ojos vidriosos. - Si, Jug.

- ¿Quieres, papá? -la niña preguntó algo temerosa. - ¿No te molesta verdad?

- Princesa no. -el negó tomando sus mejillas. - Por supuesto que no. -murmuró y se acercó para besar su frente mirándola sonriente. - Esto me haría muy feliz. -admitió. - ¿Tienen un lapicero?

- Yo traje uno, papi. -Valerie se acercó y le entregó en lapicero que tenía en sus manos.

- Gracias, mi vida. -le sonrió al pelinegro y lo tomó para luego ir a la hoja de nuevo y rapidamente firmó, con total seguridad de lo que hacía. - Tu, pequeña. -miró a la rubia más chica. - Eres oficialmente una Jones, eres mi niña.

Sonrió y Sarah rapidamente se acercó a él para abrazarlo de forma eufórica, con Betty y Valerie mirando la escena abrazadas mientras sonreían.




Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora