140 | Tonto

381 43 38
                                    

Jughead seguía sobre su esposa, besándola apasionadamente luego de que ambos llegaron al último orgasmo de la noche.

O del día... Considerando que estaba amaneciendo.

Al separarse le sonrió y miró sus ojos algo cansados. - Te amo, mi vida.

Ella rió y besó su mejilla. - Y yo te amo a ti, Juggie.

- ¿Ya tienes sueño?

- Mhm. -ella asintió con un pequeño puchero.

El sonrió y salió de ella lentamente, tiró el condón a la basura y se metió al baño. Salió con una toalla humeda y limpió la entrepierna de su esposa, al igual que entre sus pechos y abdomen llenos de fluidos.

Al terminar, volvió junto a ella con sus boxers, y a ella le puso una de sus camisetas que tomó de la maleta, y se recostó con ella.

Se escondió en su cuello sintiendo sus caricias en su cabello, así como el le daba lentas caricias en sus piernas.

Y así ambos se durmieron abrazados al otro.

Cuando Jughead despertó, vió a Betty salir del baño solo con ropa interior.

Tenía marcas en sus pechos de un leve color rojizo, así como en sus muslos y entrepierna, y una pequeña marca en su cuello.

Sonrió de lado al recordar todo lo que hicieron al subir de la fiesta, y cuando ella notó que el despertó se sentó junto a él en la cama.

El dejó una mano en su muslo acariciándolo y Betty se inclinó a besar sus labios.

- Buenos días, nena. -el murmuró con la voz ronca. - ¿Como te sientes? ¿Te hice daño? -le preguntó con algo de preocupación.

Ella negó. - Solo me duelen las caderas, pero nada de que preocuparse.

- Te dejé muchas marcas. -el suspiró. - Lo siento mi amor, luego de desayunar iré por alguna crema que puedas usar para quitarte eso, ¿Si?

Betty asintió. - Como quieras Juggie. -sonrió de lado. - ¿A que hora nos vamos?

- En la tarde. -informó. - Para que nos de tiempo de despedirnos de los niños... Pero hay algo que no te había dicho.

Ella enarcó una ceja esperando que continuara.

- Mi madre me pidió que no nos vayamos por tanto tiempo, dice que un mes cuidando tres niños no está facil para dos adultos de 50 años. -se burló.

La rubia rió. - De hecho lo había pensado y tiene razón. -rió. - ¿Cuánto tiempo nos iremos?

- Dos semanas.

- Me parece más que suficiente. -sonrió. - Ve a ducharte Juggie, tengo hambre.

- ¿Por qué no me despertaste para ducharnos juntos? -hizo un puchero.

- Porque ya con lo de anoche fue más que suficiente. -dijo divertida. - Pero ve para cambiar estas mantas, están sucias... -hizo una mueca, señalando algunas manchas de fluídos que tenían.

El asintió y antes de levantarse se acercó a dejar un beso en sus labios, y luego fue al baño.

Betty se vistió y luego se encargó de cambiar las mantas de la cama, ordenó un poco todo y guardó todo lo que usaron en la noche en la maleta, los empleados de Jughead luego se encargarían de llevar todo eso a la casa, así que no debía preocuparse mucho.

Al terminar, se quedó en un sofá esperando al pelinegro cuando alguién llamó a su teléfono.

- Gladys. -sonrió al responder.

- ¿Te desperté? -se burló la castaña mayor.

- No. -negó riendo. - Jug se está duchando, ahorita vamos a bajar por comida.

- Bueno, ya casi es hora de almorzar, ¿Nos encontramos abajo en 20 minutos?

- Claro. -asintió de acuerdo.

- Bien, voy a pedir una mesa para todos.

- Nos vemos. -y así Betty cortó la llamada.

En eso Jughead salió de la ducha con unos jeans y se dirigió a la maleta para rebuscar una camisa fresca.

Encontró una blanca bastante delgada y se la puso junto a unos zapatos también blancos. Se peinó frente al espejo y luego tomó su teléfono y billetera dejándolos en su bolsillo trasero.

- Listo, amor. -miró a la rubia. - ¿Vamos?

Ella asintió y se encaminó a la puerta. Al ver a la rubia de espaldas a él hizo una mueca mirando sus shorts de jean.

- Betts... Te ves preciosa, pero creo que deberías ponerte algo más largo. -admitió.

- ¿Que? -lo miró confundida. - Siempre uso shorts así Juggie. -hizo un puchero.

- Lo se... Pero puede ser que te haya dejado una marca que se ve bastante. -hizo una mueca.

Ella rodeó sus ojos y se puso de espaldas frente al espejo mirando la marca roja justo donde terminaba el short.

- Tonto tenías que ser. -hizo un puchero y rebuscó unos jeans en su maleta.

Cuando ya estaban listos, bajaron juntos entrando al restaurante tomados de la mano, y vieron a sus dos niñas levantando sus manos para que las notaran en una de las mesas del final.

Ambos cruzaron miradas y rieron para caminar hasta ellas.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora