65 | Por supuesto que no

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El pelinegro suspiró, separándose de Betty para sentarse en un sofá de la sala y dió dos toques junto a él.

Betty entendió y se apresuró a sentarse junto a él.

- Yo... Como he dicho muchas veces, tal vez sientas que me apresuro a todo. -admitió, algo divertido y ambos rieron levemente. - Pero... Betty, realmente te amo a ti, y todo lo que conlleve estar contigo. Tus problemas, tus sueños, tus amigos, tu hija. -especificó.

- No debes sentirte obligado a nada solo porque me amas. -negó.

- No, no es eso. Quiero a Sarah, y de verdad esa niña se ha ganado todo mi cariño en este tiempo. -admitió con una sonrisa. - Ambas me necesitan, y creeme cuando te digo, Betty, que quiero hacerme cargo. Y antes de que hables, se que ella ya es un poco mas grande, y que tal vez le cueste aceptarme ahora, pero no importa, solo quiero que tu lo tengas claro.

- Eres increíble. -ella murmuró viéndolo con los ojos cristalizados. - Te amo demasiado, Jug. Y estoy segura de que jamás hubiera podido encontrar a alguien como tú, que me amas sin importar qué.

- También te amo. -asintió y besó sus labios lentamente. - Y te mereces todo, Elizabeth. Y yo te daré lo que esté en mis manos y más.

La rubia besó sus labios una vez más, durante unos segundos, y al separarse, el le murmuró.

- Vamos a mi habitación, ¿Si?

Ella asintió y ambos se fueron a la habitación del pelinegro.

La rubia se durmió rapidamenre entre los brazos de su novio, pero en la noche despertó y lo vió salir del baño con una toalla alrededor de su cintura y su cabello destilando gotas de agua.

- Jug. -ella frotó su ojo. - ¿Las niñas despertaron?

- Si, estaban mirando peliculas en la sala de cine antes de que entrara a la ducha. -explicó, dejando caer la toalla para ponerse ropa interior.

- Ya Sarah y yo debemos irnos. -se quejó.

El suspiró mientras se ponía unos pantalones. - No se vayan. -le pidió.

- Debemos, Jug. -hizo un puchero. - Mañana tiene escuela.

- ¿Sabes lo mucho que me molesta que no estes conmigo siempre? -se quejó recostándose junto a ella. - Y que no duermas cada noche conmigo...

- De sietes días de la semana duermo aquí como cinco, Jug. -rió acariciando su cabello.

- Y aún así no vives aquí. -se quejó en voz baja.

- Jug...

- Te quiero conmigo, Betty. -admitió.

Ella suspiró. - Se lo que insinúas, y debo pensarlo muy bien. Recuerda que no solo debemos pensar en lo que queramos nosotro, sino también en lo que quieran las niñas, y en si estarían de acuerdo...

- Lo sé. -asintió en un suspiro. - Pero piénsalo. -le pidió mirándola a los ojos.

La rubia asintió y dejó un casto beso en sus labios.

Luego de eso, Sarah y Betty volvieron a su casa. La rubia mayor se encontraba ayudando a su hija a ordenar las cosas que se llevó para la pijamada.

- Mami... -la niña llamó la atención de su madre dejando uno de sus zapatos en su clóset. - ¿Por qué mis amigas piensan que Jughead es mi padre?

Betty se sorprendió un poco ante la pregunta, pero luego relajó su cara. Despues de todo, era algo que se esperaba. Claro que Sarah tendría preguntas sobre eso.

- Bueno, estábamos en su casa, notaron que el y yo estamos juntos y supongo que pensaron mal... -explicó.

- Y... ¿El no es mi padre, verdad? -preguntó con una ceja enarcada.

Betty rió levemente. - No, linda. Te he dicho muchas veces que tu padre se... Se fue. -susurró. Siempre le había dicho la verdad a su hija.

- ¿Y por qué Jughead no lo es? -preguntó confundida, sentándose en la cama junto a su mamá.

- Bueno, porque tu no tienes su sangre, porque yo hice... Cosas de adultos. -hizo una mueca. - Con tu papá biológico y por eso naciste tú. -explicó.

- Ah. -asintió. - ¿Y si haces cosas de adultos con Jughead, para que el sea mi padre? -enarcó una ceja, mirándola como si fuera la mejor de las ideas. - Es que el... El si me quiere.

Betty sintió que su corazón se rompió en dos, y suspiró mirando a su hija. - No, linda, nada que yo haga ahora puede cambiar quién es tu padre biológico. -negó. - Pero... Se que Jughead también te quiere, linda. -asintió y besó su frente.

- Si... Y yo también. -admitió. - ¿No te molesta, verdad, mami? -preguntó con algo de temor.

Betty rió y negó, abrazándola. - Por supuesto que no, linda... Por supuesto que no. -terminó en un murmuro.

Ballerinas | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora