Capitulo 16

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Llegamos a mi casa en cuestión de minutos, nunca cambiará, siempre manejará como un salvaje, ya le he dicho que debería ir al doctor a que le vieran eso, no es normal esa bipolaridad, ¿tan cauto en la vida y manejando así? Eran las siete de la tarde, el carísimo y espectacular convertible de Ucker estaba estacionado justo enfrente de mi casa, supuse que Annie, con la perseverancia que la caracteriza, habría estado insistiendo en que le dejase probarlo, lástima no haberlo visto, me hubiera gustado ver la cara de Angelique al ver a la increíblemente guapa Anahí revoloteando alrededor de su flamante novio.


- Órale... ¿eso es un carro o una nave espacial? – se admiró Poncho observando detenidamente el auto en cuestión


- Es el de Ucker – contesté sonriendo, Poncho se había quedado con cara de tarado viendo "la nave"


- Ah si, Annie me comentó que ya había llegado – recordó sin dejar de observar el coche de Ucker


- ¿Cuándo estuviste hablando con Annie? – pregunté con curiosidad


- En la playa hará un par de horas, me encontré con ella allá, o más bien, ella me encontró – me explicó dejando de mirar la "nave" y mirándome a mi


- Ya...


- ¿Y sabes? La neta da muy buenos consejos, no sé fue muy raro estar hablando así con ella... – me confesó ligeramente confundido


- ¿Por qué? – traté de sonsacarlo verdaderamente intrigada


- Fue como... – se detuvo un momento para pensar en como decirlo – como ver la persona que hay dentro de ella, ver más allá de su sonrisa provocadora y su ropa de millonaria


- ¿Y le hablaste de... pues de lo que sientes por ella? – pregunté aprovechando que sus defensas estaban bajas


- Dul nunca he sabido lo que siento por ella, no sé si bajo la atracción hay algo más... y con lo de esta tarde todavía menos, estoy muy confundido... – y sacudió la cabeza como en un intento de desenredar sus pensamientos


- ¿Entonces...?


- De momento voy a subirte a tu habitación antes de que ella baje a por ti, créeme que será peor... – decidió dando por terminado el momento de confesiones, pues hablar de sus sentimientos no era lo suyo


- Lo sé – asentí sonriendo


Dejó mi casco y el suyo sobre la moto y me cargó de nuevo para llevarme a mi habitación que estaba en el piso de arriba de mi casa. Mai nos estaba esperando abajo con la puerta principal abierta, seguramente para facilitarle el trabajo a Poncho. Pobrecita, su cara era la viva imagen del sufrimiento maquillado.


- ¿Que hubo Mai? – saludó Poncho con una sonrisa


Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora