Capítulo 69 "Dul, no puedes arreglar el mundo tu sola"

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DUL


Estaba gozando de la noche por primera vez. No supe porque, quizás había sido el gritarle a Poncho y a Ucker y liberar tensión, o simplemente era un efecto secundario del emborrachamiento por Tequila, pero ya no estaba enojada, estaba feliz, con cierta sensación de irrealidad. No me entiendan mal, no me arrastraba por el piso, pero había bebido lo suficiente como para que todo me pareciera divertidísimo.

Bailaba con Hugo, quien había conseguido dar esquinazo a Paloma diciéndole que se moría por estar con ella y que esa noche fajarían en su coche, que lo esperara allí. En condiciones normales, quizás me hubiera dado un poco de lástima y habría ido a avisarle, pero en ese momento, aun me encontraba riéndome con crueldad. El alcohol me hace mala persona. Aun con todo, no estaba tan tomada como para no darme cuenta de que Ramona y Allison estaban en la barra con sendas bebidas, hablando y volteando hacia mí de vez en cuando. Dejémoslo en que el arte de disimular no es lo suyo. No me importaba demasiado, estaba acostumbrada a las habladurías, así que en un intento de fastidiarlas, le coqueteaba a Hugo cada vez que notaba sus miradas clavadas en mi espalda. Una mano deslizándose por su brazo, un movimiento de cadera o un roce por "accidente", parecían suficientes para que tanto ellas como Hugo se alteraran, aunque no de la misma manera, espero.

La cosa es que yo sentía que se me estaba yendo la mano, usar a Hugo para fastidiar a las malas lenguas no era la mejor acción del mundo, y menos cuando eso le estaba dando tantas alas. A pesar de que las canciones seguían siendo muy movidas (en ese momento sonaba Plug in baby, de Muse, uno de los grupos predilectos de Diego), Hugo cada vez eliminaba distancia entre nosotros. Había conseguido apartarlo más o menos, poniendo la mano en su pecho para echarlo hacia atrás y sonriéndole como disculpa, aunque tenía la certeza de que el lo interpretaba como un juego, como una provocación. Estaba jugando con fuego. Por suerte, mi bombero particular llegó a salvarme, y aquella no sería la última vez.

- Ardilla borrachina, ven conmigo un momento – intervino Aarón pasando un brazo alrededor de mi cintura. Torcí el gesto al escucharle, pues me recordó a Poncho, pero fue Hugo quien contestó.

- Estamos bailando – protestó, tomándome por una muñeca. Iba a reclamarle por ese gesto, cuando Aarón me interrumpió.

- Ya lo veo guey, pero tengo que platicar con ella, no te preocupes, de seguro puedes ir a frotarte con la Allison, no te quita ojo y tampoco está tan mal – dijo con tono ligero mientras hacía que Hugo soltara mi muñeca.

- Nos vemos Dul – se despidió mientras Aarón me conducía por medio del gentío.

- Antes de que me des las gracias, tenemos un problema.

- ¿Cómo sabes que te voy a dar las gracias? - me molesté ante su arrogancia.

Para cuando me contestó ya estábamos entrando en el baño de hombres.

- Porque si, acabo de librarte de un pulpo del que no sabías como deshacerte.

- ¿Cómo...?

- Lo vi en tu cara, lo que no se es como no se dio cuenta él.

- ¿Has aburrido a muchas chavas y por eso reconoces los síntomas o qué? - me burlé apoyándome contra el lavabo. El baño había empezado a girar levemente a mis ojos.

- De hecho creo que no me ha pasado nunca, pero he ido con Giovanni por ahí y le he visto ligar – contestó con una sonrisa, aunque luego su rostro se tornó más serio.

- ¿Qué pasa? - le pregunté, intrigada por esa expresión.

- Creo que deberías hablar con Giovanni, no lo veo bien, es más, hace rato casi llega a las manos con su primo por una babosada – respondió con evidente preocupación.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora