Capítulo 170 "El don de la oportunidad"

294 16 4
                                    

Poncho

Llegué al Tequila con la respiración ligeramente acelerada. Si, hacia el final había acelerado bastante el paso. Al principio del camino todavía estaba bastante avergonzado por el espectáculo que habíamos dado delante de Maite, pero a medida que trataba de sacar eso de mi cabeza, entraban en ella imágenes de Aarón como el lobo, aventándose sobre Annie, como la pobre Caperucita. Y no me pareció tan descabellado. Así que al final apuré el paso hasta prácticamente cruzar el umbral de la puerta principal del Tequila corriendo. Un par de vecinos que jugaban a las cartas se quedaron mirando mi entrada triunfal con una sonrisa que quería decir claramente <<este muchacho es medio menso>>. En fin ...

Por suerte, encontré a Aarón pronto y no estaba con Annie. Para mi mala suerte, su mal humor si estaba con él.

- ¡Poncho, amigo mío! ¡Cuánto tiempo sin vernos! Dime, ¿cuánto ha sido? ¿tres horas? - preguntó con una sonrisa siniestra. Me acerqué a la barra, dónde estaba secando vasos.

- Creo que cuatro ... - titubeé, sentándome y ... alejando un poco el taburete de la barra por si acaso. Demasiadas armas blancas disponibles.

- Mi pregunta es ... ¿qué fregados haces persiguiéndome como perro sin dueño todo el día? ¿sabes que el acoso es denunciable? - me espetó, ahora sin molestarse en disimular su enojo. Me removí, incómodo.

- No es acoso – protesté -. Esto es un sitio público, yo estoy en él y tú también ...

- Si, nos hemos encontrado por casualidad en el bar de mi papá, dónde yo trabajo ... ¡oh, destino desconcertante! - dijo con sarcasmo. Al parecer el gen del sarcasmo era dominante en su familia.

- Está bien ... estoy preocupado por ti, ¿ahora no es lícito que me preocupe por mi mejor amigo? - me indigné. Puso los ojos en blanco.

- Con esos choros sentimentales a otro, abuela – bufó, dejando el trapo con el que había secado encima de su hombro.

- Pues si no quieres que me preocupe por ti, al menos no me puedes impedir que me preocupe por Annie ... me niego a ir a ningún bautizo este año.

- Sabes que los dos somos mayores de edad, ¿no?

- Esta mañana la frase era "solo somos amigos" - recalqué.

Sabía que no debería haberlo dejado solo, a ese tres o cuatro horas le bastaban para ligarse a un ejército.

- ¿En serio nos vimos esta mañana? Me pareció que teníamos años sin vernos – se burló.

- Ser desagradable no te funcionará – le previne.

- Sigo intentándolo – replicó él, resignado -. Y ya que no puedo librarme de ti ... al menos cuéntame, ¿cómo sigue nuestra ardilla? Ah, perdona, tu ardilla – se corrigió con una sonrisita.

- Bien, un poco adolorida, pero bueno, es normal, le tomará algún tiempo recuperarse de todo – respondí, encogiéndome de hombros. Sabía que no era eso a lo que se refería.

- Gracias por el informe doctor, pero me refería a otros temas ... ¿van a formalizar o qué?

- De momento saben Diana por descontado, tú ... y sospecho que Maite – al principio no había entendido su afán por separarse de nosotros, pero luego lo supuse, además de nuestra despedida ... tan poco natural, por así decirlo.

- ¿Y qué me quieres decir con eso?

- Que ... espero que se quede ahí.

- Lo suponía – asintió, apoyando los codos sobre la barra.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora