Capítulo 171 "Despeja tu agenda".

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Dulce


- ¿En serio no puedes quedarte un par de días más? - protesté, haciendo un puchero. Lo cual podría haber enternecido a Diana, pero no a su madre.

- Lo siento, ya sabes como es la vieja, cómo se le meta algo entre cuerno y cuerno ... - resopló, acomodándose la bolsa en la que había traído sus cosas.

- ¿Ni siquiera un día? Te haríamos una fiesta de despedida – gimoteó Annie, quien estaba sentada a mi lado.

- Ni modo, vine por un par de días y ya llevo aquí más de una semana ... - se encogió de hombros -, supongo que es hora de que me regrese.

- Ya, claro, porque lo dice tu jefa, no porque extrañes a Mateo ni nada de eso ... - me metí con ella, esbozando una sonrisa maliciosa. Se fingió ofendida.

- Soy una mujer moderna, no necesito de los hombres – replicó, muy digna.

- Eso no es una mujer moderna cariño, es una mujer con vibrador – la corrigió Annie entre risas.

- Ni eso, estuve buscando por todos lados y está frígida no tiene – dijo de manera despectiva, señalándome.

- A lo mejor es que no le hace falta – señaló Annie pícaramente.

- O a lo mejor es que es asexual – aventuró Diana. En ese punto de la conversación la incredulidad había hecho que yo alzara las cejas todo lo anatómicamente posible -. Aunque ya he comprobado que no ...

- ¿Cómo? - se extrañó Annie, mirándome. Creo que se estaba imaginando que habíamos compartido habitación y algo más ...

Por suerte Mai entró en ese momento con más palomitas. Es que mi abuela las adoraba, siempre que estaba en casa teníamos palomitas para alimentar a un regimiento. Y digo por suerte, porque si Mai hubiera estado presente en el transcurso de esa conversación, ahora mismo el sofá estaría incendiado por su cara.

- ¡La cena! - anunció, dejando el gran bol en la pequeña mesa del pequeño salón. Las tres nos abalanzamos sobre ellas como lobas, excepto Annie.

- ¿No comes? - pregunté, con la boca llena. Eso si es educación, lo sé.

- No me apetecen mucho, gracias – rehusó, echándose hacia atrás en el sofá que ocupaba.

- ¿Quieres alguna otra cosa? Puedo prepararte algo – se ofreció Mai como si fuera la anfitriona. No me molestó, lo más elaborado que yo podría preparar serían unos sándwiches vegetales o algo así.

- Déjalo Mai, estoy esperando a que termine de cenar Diana para acercarla a la central de camiones – respondió, mirándonos comer. Creo que las tres nos sentimos como unas tragonas al mismo tiempo, porque le bajamos a la velocidad.

- ¿Seguro que no te importa llevarla? Puedo hablarle a un taxi ... - quise asegurarme. También tenía la opción de pedirle el favor a Poncho, pero quería ahorrarle la vergüenza de ir todo el camino escuchando los comentarios con doble intención de Diana.

- Claro que no boba, no te voy a decir que me cuadra de paso, pero no tengo mucho más que hacer – me aseguró.

- No me quiero ir – gimió Diana con la boca llena de palomitas -. ¿Van a venir a visitarme verdad?

- Claro, aunque esperaremos unos días, seguro que Mateo está deseando tenerte para él solito – me reí disimuladamente. Me echó la lengua.

- Además tú aun estás convaleciente – me recordó Mai.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora