Capitulo 32 (Poncho)

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Pasaban de las siete de la tarde cuando nos tiramos en la arena, rendidos después de pasarnos todo el día jugando como si fuéramos todavía unos escuincles. Bueno, todos excepto Aarón, cuyos juegos con Inés, una de las compañeras de salón de Dul, Mai y Giovanni, no eran precisamente infantiles. Finalmente no pudo terminar la caza, pues cuando la presa estaba a punto de caer, había tenido que marcharse con sus amigas. Aunque Aarón, si les digo la verdad, no parecía al borde del suicidio precisamente. Habíamos estado esperando a que aparecieran Angelique y Ucker, pero a pesar de la hora que era, ninguno de ellos había dado señales de vida, situación que a Dul no le había dado demasiada tristeza, sobre todo por Angelique.


- Niños, estoy muerta – declaró Annie echándose sobre su toalla.


- ¡Oh Dios, hay un muerto hablando en esa toalla! - fingió espantarse Giovanni mientras los demás nos carcajeábamos.


- Muy chistoso pollito – bufó Annie.


- La verdad yo también estoy bien cansada, pero valió la pena, me la pasé increíble – suspiró Mai.


- Deberíamos organizar la excursión semanal a la playa, ¿no les parece? - sugirió Giovanni con entusiasmo.


- Si claro, ¿quieres acabar redondo? - se burló Dul, aunque no le faltaba razón, había comido tanto que Aarón se apartó de él después de comer, dis que, "por si explotaba".


- Tampoco es para tanto – le quitó importancia el pollo. Y tenía razón, por más que comía seguía flaco como una rama.


- No les hagas caso Giovis, la verdad es que tienes un metabolismo increíble, que envidia, por más que comes no engordas un gramo – comentó Annie con voz soñadora. Ya, como si el suyo absorbiera un solo átomo de grasa...


- Lo dice como si ella estuviera esperando por una reducción de estómago – se rió Giovanni.


- ¡Que poca Giovanni, aún que te estoy defendiendo te burlas de mi! - se indignó la wera.


- Parecen niños chiquitos – sentenció Mai negando con la cabeza.


- Hablando de niños chiquitos, ¿donde está Aarón? - pregunté mirando a los lados, pues desde que nos había informado que Inés se había ido, no le habíamos vuelto a ver el pelo.


- Andará buscando un reemplazo por ahí, ya saben como es – le quitó importancia Dul, y para mi alivio, no parecía importarle mucho que Aarón tuviese más tiempo la lengua en otras bocas que en la suya propia.


- Pues fíjate que no, andaba dando una vuelta por la playa y vean nada más a quien me encontré – respondió la voz de Aarón, haciendo que todos voltearamos para mirarle.


Allí estaba el plantado con sus mil quinientos cincuenta y dos músculos, los cuales parecían pelearse por ver quien estaba más marcado, sonriendo al lado de... Angelique y Ucker.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora