Capítulo 181 "Mesera!"

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Dulce

Me desperté, segura de que me había quedado dormida y que llegaba tarde. No supe exactamente porque estaba tan segura, quizás por la cantidad inusitada de luz que se filtraba por la ventana, por el ruido exterior ... pero era una de esas veces que uno se despierta sobresaltado sin saber muy bien porque. Así que después de sentarme bruscamente sobre la cama, con los ojos como platos y apartándome el pelo de la cara como si estuviera espantando un enjambre de abejas, por fin conseguí mirar en mi celular la hora que era. Y si, tenía exactamente veinte minutos para llegar al Tequila. En fin, teniendo en cuenta que casi diez minutos eran de camino, eso me dejaba un margen bastante estrecho para vestirme, asearme y desayunar. Pero tenía que intentarlo.

Terminé de sacarme las cobijas de encima mientras la parte de arriba de mi pijama volaba por las alturas de mi habitación. Ni siquiera me di cuenta de que tenía la ventana abierta de par en par ... y de que mi vecino estudiaba medicina, así que podía estar ligeramente interesado en mi anatomía. O eso esperaba, una también tenía su orgullo ... así que no hice nada por taparme, tampoco. En cierta forma era excitante que él pudiera estar observándome desde su ventana. Yo y mis hormonas ...

Pero como no tenía tiempo para andar con juegos provocativos, me agaché y buceé en mi closet buscando algo que pudiera ponerme. Encontré un vestido de tirantes a rayas horizontales blancas, azules y negras bastante bonito, de falda plisada y con un cinturón negro en la cintura. Le añadí unas sencillas sandalias negras y me recogí el cabello en un moño descuidado de camino al cuarto de baño. Me lavé la cara, me peiné el flequillo y me maquillé los ojos mínimamente en un tiempo record. Consulté el reloj. Tenía tres minutos para desayunar. Así que había muchas probabilidades de que muriera ahogada.

Cuando llegué a la cocina, mi abuela estaba dejándome un vaso con jugo de naranja sobre la mesa.

- Buenos días. Se me ocurrió triturarte las tostadas y echarlas en el jugo para ahorrarte tiempo ... - bromeó, poniéndome las tostadas con mermelada al lado del vaso. Me senté, enamorada de mi abuela.

- Mejor lo dejamos para otro día – decidí, aprovechando que se sentaba a mi lado con un cuenco de fresas lavadas para darle un beso.

- ¿Estás segura de que te sientes bien para ir a trabajar? - preguntó, con expresión seria -. Ya sé que ayer ya saliste y todo, pero una cosa es un paseo y otra trabajar ... además de mesera, que no es como pasarse no sé cuentas horas con una computadora.

- Créeme, lo sé – suspiré. Mis pobres piernas ... -, pero de verdad que me siento bien. Además don Gabino no me va a dejar trabajar demasiado, ya me dijo que iba poner a Aarón a ayudarme.

- Eso me parece bien – asintió con la cabeza, aparentemente más tranquila -, a todo esto ... ¿cómo está? Ya sabes, después de lo de ...

- Ya – la interrumpí, sabiendo a que se refería -. Pues no sé que te diga. Él dice que bien, pero ... me da miedo que esté intentando engañarse a él mismo tanto como a nosotros.

- Supongo que el tiempo será quien diga quien tenía razón – suspiró ella. Asentí, dándole el último mordisco a la segunda tostada -, niña, come más despacio o lo vas a echar todo por el camino.

- ¡Qué va, no tengo tiempo ni de pararme a vomitar! - bromeé, levantándome de golpe. Agarré el vaso de zumo mientras mi abuela me ponía los analgésicos a un lado.

- Me lo agradecerás dentro de unas horas.

Supe que estaba en lo cierto mientras me tragaba las pastillas.

- Nos vemos para comer – me despedí, besándola de nuevo. En parte porque quería y en parte porque sentía que de alguna forma debería compensarle los malos ratos que le había hecho pasar durante ese verano, sobre todo el momento "estoy – tan – loca – que – drogo – a – mi – abuela".

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora