Capitulo 13

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Las horas pasaban lentamente... nada más entrar en mi casa a mi mamá, Alma, casi se le salen los ojos de la cara al ver mi estado, creí que con el tiempo se habría acostumbrado a mis accidentes e incidentes, pero parece ser que no. Luego de una comida deliciosa (que por descontado no hizo mi mamá, sino que Mai se ofreció a preparar muy amablemente) Alma se despidió de nosotras muy apurada, pues con lo que le gustaba cotorrear se le había pasado el tiempo volando y llegaba tarde al trabajo. Entonces yo y Mai subimos a mi cuarto y nos tumbamos sobre mi pequeña cama, tratando de no hacer ningún movimiento que pudiese perjudicar a mi pie. Ambas estábamos boca arriba, pensativas... las dos sabíamos porque estaba pensativa yo, lo que yo no sabía era porque estaba pensativa ella, y fue precisamente lo que le pregunté.


- ¿Por qué tan callada? – quise saber con tono informal


- Sabes que no me gusta hablar cuando no tengo nada interesante que decir – me contestó sonriéndome


- Si fuera por eso Giovanni se pasaría el día callado como un muerto – le contesté y ella soltó una breve carcajada a su pesar, aunque luego me dio un suave golpe en el brazo, para regañarme por lo que había dicho


- Dul... – dijo de forma censuradora


- Pero en serio Mai, nos conocemos desde hace milenios... dime, ¿qué tanto piensas? – insistí mirando las estrellas que había pintadas en el techo de mi cuarto. Había una negra en el medio, rodeada de otras amarillas que simbolizaban a Mai, Annie, Poncho, Aarón y Giovanni.


- Está bien... recuerdas que ayer me dijo Giovanni que sus tíos quieren que le de clases a Chris, ¿verdad?


- Si lo recuerdo – afirmé aunque no era del todo cierto, pues mi alegría por la llegada de Poncho había empañado cualquier otra noticia... de repente caí en la cuenta – oh...


- ¿Ya entendiste? – me preguntó Mai con los ojos vidriosos


Claro que lo había entendido. Mai había estado enamorada de Chris desde que este puso uno de sus pies en Ikal del Mar. Pero él nunca le había hecho el mínimo caso, es más, hasta había llegado a meterse con ella por ser, según él "demasiado puritana" cosa por lo que yo le había dejado la marca de mis converse (regalo de Poncho por mi décimo sexto cumpleaños) estampada en su trasero.


- Mai, ¿por qué no le dijiste que no? – le pregunté sabiendo el daño que le haría estar con Chris y sobre todo la indiferencia de este

- Me dio pena Dul, si todos se llegasen a enterar de lo que yo siento por Chris y sobre todo si el se llegase a enterar... ¡me moriría de vergüenza! – me contestó con terror, como si el que el chavo que le gustase se enterase de ese hecho fuera una condena a muerte


- ¡Pero Mai, si no lo sabe y no te arriesgas a decírselo no le estás dando la oportunidad de decirte si le gustas o no! – intenté hacerla reflexionar, pero en vano, pues Mai, con todas sus virtudes, también era humana y tenía algún que otro defecto, como su testarudez


- Dul, el nunca se fijaría en mi, soy muy insignificante para él... – repuso con la voz quebrada

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora