Capítulo 148 "Chistes de pandas"

354 21 7
                                    

Maite

Supongo que pasaron horas, porque estaba amaneciendo. Annie había regresado, bastante enojada la verdad, porque un chavo había vomitado sobre su sofá y luego se había quedado dormido encima del ... charco, y a pesar de los intentos de Annie y su novia por despertarlo, había sido casi misión imposible. Al final lo habían arrastrado por el piso y lo habían metido como pudieron en un taxi.

Mi papá se fue, pero dejó recado de que lo avisáramos con cualquier cosa. Parecía preocupado, pero era lógico, Dul era como de la familia en mi casa. Mi madre había estado llamando cada hora prácticamente, para interesarse por su salud. Alma seguía sentada, con la mirada ausente, y por más que le ofrecí café, té o cualquier cosa, apenas lograba sacarle algún monosílabo. Se notaba muy preocupada, aunque era raro porque ya nos habían dicho que en principio, su estado no era grave. Quizás, como bien había insinuado Derrick, tenían problemas y sentía más culpabilidad que otra cosa. Ni idea. Estaba totalmente perdida en ese tema.

Giovanni, Diego y Annie habían ido a desayunar a la cafetería del hospital. Habíamos decidido ir en turnos, porque en caso de que nos avisaran de que ya podíamos entrar, siempre habría alguien. Dejando en medio cinco sillas de plástico, estaban sentados Poncho, Diana y Derrick de pie, apoyado contra la pared. Pobre, tenía que tener las piernas destrozadas después de toda la noche en esa postura. Me llamaba mucho la atención la ausencia de Aarón, pero algo me decía que era mejor no preguntar, porque la cosa estaba relacionada con Abril, él tenía todavía un rollo medio raro con Abril ... cuando Alma declaró que iba fuera tomar un poco de aire, Diana y yo nos ofrecimos para acompañarla, sin embargo los chavos prácticamente no se inmutaron. Derrick, podía entenderlo, no tenía apenas relación con ella y ... bueno, tampoco era su estilo ser demasiado galante. Pero Poncho era su vecino, y ... hasta hace poco el mejor amigo de su hija, aunque tampoco sabía a ciencia cierta que tipo de relación tenían en ese momento. Supongo que tampoco lo sabían ellos, así que menos yo. Y ya eran demasiados misterios, por lo que aproveché el momento en el que ella se fue y Diana iba acosar de nuevo a alguna enfermera para sentarme a su lado.

- ¿Estás mejor? - le susurré, dándole una palmada en el antebrazo. Me miró como si acabara de despertase.

- ¿Qué? - replicó algo confuso.

- Ya sabes, hace un rato estabas ...

- Ya. No sé, supongo que hasta que no la vea con mis propios ojos no acabaré de estar tranquilo – confesó con voz trémula. Pobre, si lo estaba pasando mal yo no quería ni imaginarme como estaría él.

- Te entiendo. Oye, sé que es el peor momento para preguntarte esto pero ... ¿qué pasa con Alma?

- ¿A qué te refieres?

- A que ni siquiera la has mirado en todo el tiempo que ha estado aquí. Y eso no es normal.

- No es más de lo que se merece – musitó, con los dientes apretados.

- ¿Qué ha pasado?

- Mai, lo siento, pero neta no puedo contarte, no son cosas mías y ...

- Entiendo – lo interrumpí. Rollos entre Dulce y su madre. Tenía que ser grave para que Poncho reaccionase así, pero también entendía su silencio.

Me sonrió casi imperceptiblemente y me apretó la mano. Pobre, parecía cansado. Como todos, imagino. Apoyé suavemente la cabeza sobre su hombro y cerré los ojos. Solo un momento. Solo necesitaba descansar la vista un momento y ...

Minutos después, aunque tampoco podría precisarlos porque había perdido totalmente la noción del tiempo, la pobre enfermera en prácticas a la que habíamos estado incordiando antes, vino a avisarnos de que el doctor había autorizado las visitas, pero de uno en uno y a poder ser, breves. Me enteré porque Poncho me había dado un suave codazo. Si, en mi intento de descansar la vista, me había quedado dormida. Diana había regresado, no así el resto de nuestros amigos, ni siquiera Alma. Ahora se presentaba un dilema. ¿Quién entraba?

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora