Capítulo 172 "El amor lo cura todo".

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Dulce


Entré en el instituto a las cinco y diez, diez minutos después del inicio oficial de la reunión, pero con el firme convencimiento de ser de las primeras en llegar, aun así. ¿Cómo lo sabía? Diego, que solía ser el más puntual de todos nosotros, estaba de arrumacos con Maite en la casa de esta, aprovechando que los padres de ella, por cierto buena peli, estaban trabajando. Supongo que Annie y Aarón no pensaron en ese detalle. Si se acordaron de que muchos de nosotros estaríamos poco operativos en esa hora, me imagino, por eso la escogerían para dar una vuelta. Si, los caché en un carro manejado por ella, en dirección desconocida. Me imagino que ellos me vieron tan bien como yo a ellos, a no ser que fueran muy absortos, pensando en la tarde que les esperaba. Para hacer cosas que no deberían hacer, debo añadir, ¿por qué si no Annie se habría molestado en rentar un coche mucho más discreto que el que tenía? Para dar una vuelta como un par de buenos amigos, no tenían porqué pasar desapercibidos. No me gustaba nada la dirección que estaba tomando ese asunto. Aarón parecía normal, la noche anterior habíamos cenado y jugado al parchís durante horas y parecía el mismo de siempre, lo cual no era para nada normal ... había perdido al amor de su vida, ¿cómo podía ser que no hubiera pasado ninguna especie de duelo? ¿sería definitivo? No sé, por un lado esperaba que así fuera, pero en el fondo esperaba que al mínimo movimiento brusco se rompiera ... y cuanto más tardara peor sería. Como decía Poncho, una bomba que en cualquier momento, terminaría con el temporizador a cero.

- Te veo muy recuperada ... debe ser cierto eso de que el amor lo cura todo.

Volteé, sobresaltada. No es que hubiera esperado que los pasillos estuvieran desiertos en honor a mi persona, pero como siempre, estaba con la cabeza en cualquier cosa menos en lo que tenía que estar, así que me agarró desprevenida.

Dado el comentario supongo que no es necesario aclarar de quien provenía. Era la primera vez que le veía desde nuestro breve encuentro en el cementerio, un lugar bastante tétrico, y raramente adecuado, para terminar nuestro pequeño idilio, aunque no estaba segura de hasta que punto habíamos comenzado uno.

La forma en la que me veía mientras avanzaba hacia mi era como si nos encontráramos a finales de enero, como si el verano no hubiera llegado y, con él, el mayor acercamiento entre nosotros que habría jamás. Se me cerró un poco la garganta al verle tan serio, no es que normalmente fuera una fiesta, su estilo era más irónico que alegre, pero siempre había una chispa de humor brillando en sus ojos, que ese día brillaba, nunca mejor dicho, por su ausencia.

Nos encontrábamos en el instituto, esperando a que Maura se dignara a llegar para explicarnos porque había decidido convocar una reunión con los del grupo de teatro. Sobre todo teniendo en cuenta que se casaba en unas cuantas semanas. ¿No eran suficientes los preparativos que necesitaba diversión extra o qué?

- No lo dices como si fuera algo bueno – repliqué, torciendo ligeramente la boca. A ser poco agradables podíamos jugar los dos, aunque prefería no hacerlo. No olvidaba que era él quien había estado ahí cuando nadie más se había quedado.

- Lo creas o no, no he alcanzado ese nivel de mezquindad aún – me aclaró, alcanzándome. Instintivamente, di un pequeño paso hacia atrás. Por la forma en la que enarcó la ceja, lo notó, pero no comentó nada.

- Lo creo – asentí quedamente -. ¿Cómo va todo? - agregué, incómoda.

- Me esperaba que comentaras algo del tiempo ... - se burló. Nivel de incomodidad en aumento.

- Siento no cumplir tus expectativas – bufé. Estaba claro que mi intención de mantener una relación, al menos cordial, se iba a quedar en eso, una mera intención.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora