Cap 60: "El top 10 de los pretendientes de Dul"

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PONCHO


Llegamos justo quince minutos antes de que empezara el acto de clausura del año escolar, en el que también despedían a los alumnos que habían terminado la preparatoria. Había padres y madres por todos lados platicando entre ellos, grupitos de chavas admirando a algún guey y viceversa, proyectos de hombres mirando las faldas no precisamente largas, del uniforme del que disponían para ese tipo de eventos. El "uniforme de pingüino", le decía Dul.

Eché un vistazo rápido, tratando de ubicarla en medio del gentío. No pude localizar su cabeza roja, por lo que supuse que no estaría por allí. Era lo bueno de ese color, imposible no verla a distancia.

- ¡Hola Luisa! - saludó mi mamá.

Volteé a tiempo de ver a Luisa, la mamá de Giovanni, acercarse a nosotros pasándose un pañuelo por los ojos.

- Hola Elenita ¿cómo estás? - respondió con la voz tomada. Conociéndola como la conocía, estaba seguro de que se había pasado toda la mañana llorando.

- Yo muy bien, ¿pero tú? Estás hecha un mar de lágrimas – repuso mi madre con preocupación.

- No es nada, es solo que... mi niño... ayer se hacía pipi en la cama y hoy... ya es un hombre... - llegados a este punto empezó a sollozar ruidosamente, provocando que la gente volteara para mirarnos.

- Ay Luisa, eso nos pasa a todos, es ley de vida, lo mismo me ocurrió a mi con Poncho – la consoló mi mamá rodeándole los hombros con un brazo.

- Ah, hola Ponchito, no te había visto – murmuró Luisa sorbiendo por la nariz con exageración.

- Hola Luisa – respondí algo incómodo al ver como su mirada se dirigía a Ximena.

- ¿Quien es la muchacha? - preguntó olvidándose momentáneamente de lloriquear.

- Me llamo Ximena, señora, soy una amiga de Poncho – se presentó adelantando una mano, que Luisa estrechó risueña. Esa pobre mujer sufría de bipolaridad.

- Encantada bonita. Bueno Elenita, me pareció ver a Alma por ahí, voy a saludarla, luego nos vemos ¿si?

- Claro Luisa, ahora las alcanzo.

Luisa se fue con una sonrisita que no me gustó nada. A saber que tipo de amiga creía que era Ximena. Es que una cosa era que mis allegados pensaran que era mi novia y otra muy distinta que yo fuera el chisme del verano. Solo esperaba que no llegase a oídos de Eduardo, o si no me moriría de vergüenza.

- Muchachos los dejo, voy a buscar a Loli.

- Mamá, mejor no, a los chavos a esa edad no le gusta que sus padres anden detrás de ellos, y menos delante de sus amigos – la previne en un alarde de psicología adolescente. Recordaba lo poco que me gustaba que viniera a incordiarme al Tequila.

- Tienes razón hijo, entonces me voy con mis amigas, ustedes hagan lo mismo ¿eh? Poncho cuida a Ximena – me ordenó mientras se perdía entre el gentío.

- Es encantadora ¿seguro que no eres adoptado? - se burló Ximena.

- A veces yo también me lo pregunto... mira allí está Aarón – y señalé a un corro de chavas.

- ¿Dónde lo ves? - preguntó ella estirando el cuello.

- Bueno, no lo veo, pero en este pueblo donde hay tanta chavita ruidosa, Aarón está cerca – dije jalándola por un brazo para que me siguiera.

- Si tu lo dices...

En efecto, allí estaba Aarón apoyado contra la pared para resaltar su superdesarrollado bíceps, sonriendo y pasándose una mano por el pelo engominado. Hasta ese momento no me había dado cuenta, pero tenía un curioso parecido con John Travolta en Grease. Se me revolvió el estómago solo de recordar mi sueño, y me recomendé, por mi vida social, guardar esos recuerdos en algún lugar recóndito de mi mente.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora