Cap 72 "Y solo hizo falta que te pelearas con un matón y una cerveza..."

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PONCHO


- Wow, todavía no puedo creer que le hayas pegado un puñetazo a uno de Kessel. ¡Eres un héroe! - repitió Karla por sexta vez.

Le di un trago a mi chela, hastiado. No solía beber, pero para aturar a Karla, algo de alcohol era una necesidad. Y todavía me esperaba una noche muy larga.

- No es para tanto – le resté importancia, fingiendo observar detenidamente el contenido del botellín de cerveza.

- ¿Cómo de que no? - se indignó, dando un golpe sobre la barra. Contuve un bufido – Además, no era uno cualquiera, era "el dentista". ¿Sabes por qué le dicen así, no? - a pesar de estar seguro de que se trataba de una pregunta retórica, tuve que decir algo, con la esperanza de dejar de oír su voz aunque solo fueran diez segundos.

- Supongo que no por su habilidad para las ortodoncias – apostillé sin mucho entusiasmo. Ese me parecía un comentario que podría haber hecho Dul, aunque con mucha más gracia que yo.

A pesar de mi apatía, Karla se rió. Lo que hace alguna gente por ligar...

- ¡No menso! Cuentan por ahí que una vez le tiró ocho dientes a un guey de un solo puñetazo...

- Ya será menos – contesté con cierto desdén. A mi si que me hubiera gustado tirarle ocho dientes cuando le vi poner sus manos encima de Dul.

- No sé. Son rumores y no me late ir a Kessel preguntar si es neta – divagó encogiéndose de hombros.

Asentí con la cabeza. Kessel solo era recomendable para una cosa: terminar con una navaja encajada en alguna parte del cuerpo. Se me ponían los pelos de punta solo de pensar en que Dul había estado tan cerca de alguien de allí.

Karla se quedó con cara de concentración. Casi podía oír los engranajes de su cerebro mientras buscaba otro tema de conversación. He de confesar que me dio algo de pena la pobre chiquilla, era la fiesta de su graduación y allí estaba, sentada junto a mi en un taburete, viéndome beber, mientras el resto de sus amigos bailaban y se divertían. Aunque no me sentía culpable, pues yo no le había encadenado una pierna al taburete para que no bailase.

- ¿Sabes...?

- Hola Karla – me salvó alguien de otro interminable monólogo de Karla.

Giré levemente para encontrarme con la buena persona en cuestión. José miraba a Karla aparentemente nervioso, entrelazando los dedos de sus manos. Hugo estaba a su lado, y me dedicó un gesto mientras esbozaba una ligera sonrisa, a modo de saludo. Hice un gesto de reconocimiento, mientras le pedía a la bestia que se había despertado en mi interior que se controlara. Ya había empezado a liberar toda mi frustración contra la nariz del "dentista", ya encarrerado, podía seguir con dos o tres narices más. Que lástima que en lugar de dentista no hubiera sido cirujano plástico, porque su nariz no volvería a ser la misma en un tiempo.

- ¿Qué quieres José? - le espetó con frustración. Medio sonreí. Ella me había interrumpido antes con Dul, ahí tenía su venganza.

- ¿Me preguntaba si querrías bailar? - dijo con mayor seguridad que antes. Karla alzó una ceja y me señaló con la cabeza.

- ¿No ves que estoy ocupada?

- Oh, no, por mi no se preocupen, de verdad – repliqué demasiado entusiasta como para que pensaran que solo lo decía por cumplir.

- Solo una canción – imploró José. Con esa carita que estaba poniendo, hasta yo bailaría con él.

- Está bien – se dio por vencida Karla, poniendo los ojos en blanco -. Enseguida vuelvo – me aseguró mientras se levantaba. Por cierto, no sé molestó en colocar su minúsculo vestido. Desvié la mirada de aquella visión, aunque en honor a la verdad, no estaba nada mal.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora