Cap 61: "La Graduación"

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Miré el reloj de nuevo. Llevábamos como veinte minutos de discurso de la directora, cuando Aarón topeneó y su cabeza cayó sobre mi hombro. Sobresaltado, dio un respingo mientras se frotaba los ojos y mascullaba una disculpa. Negué con la cabeza a modo de reprobación, dirigiendo mi vista al frente. Estábamos situados en la parte media del salón de actos, inusualmente grande, sobre todo teniendo en cuenta las proporciones del resto del recinto escolar. Las butacas estaban colocadas ascendentemente debido a la inclinación del piso, así los de arriba podían ver sin problemas lo que ocurría. Pero en este caso en concreto, no se perdían de nada. Escuché a Ximena bostezar a mi otro lado, mientras Aarón volteaba la cabeza y cuchicheaba con Chris. No pude entender lo que decía, pero debió de ser el chiste del año, lo menos, por la manera en que ambos rieron después, provocando miradas serias por parte de los adultos que por ahí se encontraban. Avergonzado, me aparté un poco de Aarón, dentro de lo que mi estrecha butaca me permitió, como si no le conociera.

Resoplé aburrido. Por lo menos no era el único. Los chavos del último año estaban de pie en el escenario, aguantando estoicamente el discurso de la directora. O por lo menos, tratando de aguantarlo.

Giovanni mantenía un disimulado diálogo con Karla, una compañera de salón bastante particular, ya les explicaré, quien le respondía de la misma manera, es decir, como si fuera una mala ventrílocua. Maite entrelazaba sus manos nerviosas, miraba su reloj con la misma desesperación que un condenado de muerte al que le queda menos de una hora para la silla eléctrica y otra vez a entrelazar las manos. Derrick y Diego se daban pisotones, supongo que como pasatiempo, aunque era un pasatiempo algo estúpido, en honor a la verdad. Hugo había dejado de sujetarse el pantalón, quizás porque Dul había encontrado la solución a su problema. Ella, por su parte, se había adormilado, y reposaba plácidamente sobre el hombro de Hugo, quien la mantenía agarrada por si acaso se caía, o eso me decía yo para no levantarme e ir a quitarle sus sucias manos de encima a mi ardilla.

Al fin, la directora terminó de hablar y supongo que todos aplaudimos más porque se hubiera acabado el discurso, que por el contenido del mismo.

Hugo le dio un leve codazo a Dul cuando terminó y se puso a aplaudir, haciendo ella lo mismo, en apariencia algo desorientada. Sonreí ante la escena. Luego estiró un brazo hacia Maite, pasando por delante de Hugo que era quien se encontraba entre ellas, y le dio un leve apretón en el brazo mientras le guiñaba un ojo. Dul sabía que Mai carecía de su desparpajo, ella era tímida y la horrorizaba hablar en público. No podía entender como la habían elegido para dar el discurso de despedida, ni como ella había aceptado. Eso de no saber decir no, era un problema. Quizás le había pasado como a mí, que había sufrido una emboscada por parte de Aarón. El sabía que me moriría de vergüenza si tenía que dar el discurso ¿y que hizo? Usar su popularidad para que todo el mundo votara por mí, aquel fatídico viernes por la tarde en el que hicimos la elección. Si entonces no lo maté, nunca lo haría por nada.

Mai se colocó frente al atril y depositó los papeles en los que, supuse, llevaba escrito el discurso, todo lo rápido que su acelerado pulso le permitió. Por suerte, en la sala estaba el doctor Zaldívar y dos médicos en formación, porque Mai parecía a punto de sufrir un ataque, ya fuera de nervios o cardíaco, en cualquier momento.

Vi como Ramona hacía ademán de hablar, seguramente para no decir algo muy agradable sobre la tardanza de Mai, pero Giovanni le dio un codazo en las costillas, mucho menos cuidadoso de lo que había sido Hugo con Dul. A pesar de estar totalmente en contra de la violencia, y sobre todo en contra de las mujeres, aquella vez no pude negar que esa arpía se lo merecía. Todavía me escocía lo que le había hecho a Dul.

- Hola a todos – comenzó Mai con voz trémula.

Pobrecita, se notaba que le costaba horrores lo que estaba haciendo. Y no solo lo percibí yo, detrás de mi escuché a Annie murmurar "Venga Mai, que tu puedes".

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora