Capitulo 48: "El bomboncito de la novia de Poncho"

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Nada más entrar en el Tequila supe que no debería haberlo hecho. En primer lugar porque distinguí la cabeza de Angelique entre la multitud, en segundo lugar porque había una cabeza morena que no conocía de nada y en tercer lugar porque tenía un pálpito horrible de que algo malo iba a suceder. Mi intuición me estaba gritando "¡¡¡DUL, VOLTEA Y VE A TU CASA!!!", pero no le hice caso. Me choca cuando tengo razón. Además, ya no había empezado muy bien el día, pero desde que recibí la llamada de Aarón pidiéndome que fuera hacer dos horitas antes de comer, había decidido que definitivamente el destino tenía algo en mi contra.

Nada más poner un pie en el bar, Aarón y su papá se acercaron a mí. <<Mal asunto>> me dije. Los miré alternativamente con el ceño fruncido, hasta que don Gabino se atrevió a hablar.

- ¿Te encuentras mejor Dulce? - preguntó con cierta preocupación. Sentí una pequeña punzada de culpabilidad, acentuada por la cara de confusión de Aarón, pero logré dominarme.

- Si, si don Gabino ni se apure estoy perfectamente, solo fue un malestar pasajero – afirmé al instante mirando a Aarón para que no dijera nada. Asintió discretamente, por lo que supuse que lo había entendido. Creo que lo hizo por miedo a que le preparara otro Cocafé.

- Bien, entonces tenemos que hablar porque va haber cambios – dijo de repente. Noté como el pánico me cerraba la garganta. ¿No iría a despedirme? Yo no sabía hacer otra cosa, llevaba cuatro años trabajando de mesera, además había mejorado mucho, tenía que admitirle que de vez en cuando aún le rompía algún vaso, pero despedirme por unos cuantos vasos me parecía demasiado...

- Muchacha, ¿te sientes bien? - insistió el padre de Aarón. Lo malo es que en ese momento no podía decirle que estaba perfectamente porque no era cierto.

- Ay don Gabino, no me vaya a correr, mire yo sé que no soy la empleada del año, pero si me deja quedarme le prometo que voy a chambear bien duro, es más, si quiere me quedo hasta por las noches, pero no me corra – le supliqué colgándome de su brazo.

- ¡Pero escuincla quien te dijo que te iba a correr! - exclamó don Gabino, sorprendido.

- ¿Ah no? - me sorprendí yo también.

- Dul, no se trata de eso – intervino Aarón conteniendo la risa.

- Bueno hijo, mejor le explicas tu porque veo que esta muchachita y yo tenemos problemas de comunicación – se rió don Gabino – además ya iba de salida, ¡nos vemos Dul!

- Bye – me despedí con la voz temblorosa mientras don Gabino salía del bar. Tuve que aferrarme a uno de los potentes brazos de Aarón, porque de pronto sentí que mis piernas eran de gelatina.

- Chaparra, no deberías tomarte las cosas tan a pecho – me tomó el pelo Aarón pasándome un brazo por la cintura para llevarme hacia la barra.

- Un chistecito sobre lo que acaba de pasar y me encargo de difundir el rumor de que eres impotente – lo amenacé completamente en serio, aunque solo conseguí que se riera.

- Sé como desmentirlo, no te preocupes – se jactó guiñándome un ojo. ¿Era cosa mía o la testosterona estaba muy dispersa en el ambiente?

Me dejó sobre uno de los taburetes que había al lado de la barra y se sentó en el de al lado. Resistí el impulso de mirar hacia nuestro refugio, pero era muy consciente de algunas miradas clavadas en mi espalda. Y también era muy consciente que Poncho no se había ni dignado a venir a saludarme.

- ¡Ya echa la sopa! – le exigí de malas. Menudo día estaba teniendo, y eso que era la una de la tarde.

- Qué humor – rezongó Aarón. La verdad me hizo sentir un poco mal, pobrecito el no tenía la culpa de que el mundo estuviera en mi contra. O a lo mejor si... ¿y si él me había echado un mal de ojo por no haber aceptado andar con él? Me di un golpe en la cabeza para quitarme esos pensamientos y Aarón me miró como si de plano mi última neurona se hubiera inmolado.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora