Capítulo 137 "Primer round"

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Maite


No había sido nada fácil fugarme de mi propia fiesta, pero lo había conseguido. En fin, hablando con propiedad ni siquiera era una fiesta, se había convertido en algo así como una batalla campal. Diego había decidido intervenir, a pesar de su escasa estatura y su aun más escasos músculos. Eso me gustaba de él, siempre estaba dispuesto a ayudar.

En aquel momento caminaba por los pasillos del instituto, en busca de un poco de tranquilidad. Trataba de convencerme que tranquilidad no era lo mismo que un sitio para llorar, porque con eso no solucionaría nada. Lo que yo tenía que hacer era hablar con Dulce y arreglar las cosas, llorando como una niña no iba a lograrlo.

Me metí en el baño, fuente de tranquilidad donde las haya, dispuesta a dar con una solución a mis problemas. ¿Que haría Dul en mi caso? Empezando porque no hubiera sido tan ruin como yo ... quería mojarme la cara con un poco de agua fresca para despejarme, pero no quería que Annie me pegara o algo si me veía despintada. Así que me conformé con mojarme un poco el cuello.

Suspiré, mirándome al espejo. Dieciocho años. ¿Cómo había pasado el tiempo tan rápido? Ni siquiera podía creer que ya no tuviera edad para ir a columpiarme al parque. Pero allí estaba, era una mujer adulta, oficialmente al menos. Y debía comportarme como tal, es decir, arrastrarme hasta que Dulce me perdonara. Pero iba a conseguirlo.

Con renovada decisión, estaba por salir del baño cuando escuché un estornudo. Y lo hubiera reconocido en cualquier sitio.

- ¿Dul? - pregunté, sorprendida.

No me contestó, pero sentí como alguien se removía dentro de uno de los baños. Y esa forma de estornudar era inconfundible.

- Dul, sé que estás ahí – insistí.

Pasaron unos segundos, en los cuales creí que fingiría ser invisible, o sorda, toda la noche. Finalmente desechó esa opción. Por suerte para mis nervios.

- Ok, pero haz como si no estuviera – replicó con sequedad.

- ¿Qué haces aquí? - omití su petición.

- Quería estar sola, por lo que entiendes que sobras, ¿no? - sonó su voz amortiguada. Aguanté la estocada.

- No, entiendo que tenemos una buena oportunidad para hablar – dije, apoyándome contra la puerta del baño. A ver como salía de allí.

- Ya hemos hablado. ¿Por qué no regresas a tu fiesta? - su voz ya no sonaba seca, más bien cansada.

- No me interesa la fiesta, me interesa arreglar las cosas contigo. Y por cierto, ya no hay fiesta – añadí, esperando despertar su curiosidad.

- Claro que hay fiesta, lo único que le faltaba era una pelea para que fuera una fiesta de verdad ... al menos en Ikal.

- ¿Sabes por qué fue el pleito? - pregunté sin malicia. Era curiosidad, pero no lo tomó así.

- Yo estaba en medio, ahí te la dejo. Otro motivo para odiarme, no te quejarás – dijo con sarcasmo.

- Siento haber dicho esas cosas sobre ti, ¿ok? Me molestaba que no te alegraras por mi y Diego ...

- ¿Que no me alegro? Si no fuera por mi apenas se mirarían a los ojos sin sonrojarse, yo fui su celestina, así que no digas ******* ... - gritó desde dentro del baño -, si algo me jodió fue que se te diera tan mal compaginar amigos y novio, pero a lo mejor solo lo hacías con quien te interesaba. Yo nunca hice eso.

- Mi intención nunca fue dejarte de lado, pero reconoce que no era lo mismo ...

- Claro, lo mío era para pasar el rato y lo tuyo es amor forever, ¿no? - y lo hizo sonar tan ridículo como pudo.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora