Capítulo 186 "La excursión"

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Dulce

- ¡Silencio! ¡SILENCIO! - bramó Diego de nuevo. Sobra decir que fue inútil, como los anteriores cinco gritos pidiendo exactamente lo mismo.

Mai y yo intercambiamos una mirada de compasión. La mayoría de los chavos estaba en la playa, o simplemente flojeando en su casa, y habían sido "forzados" a salir de ese estado de letargo, para acudir a una reunión en el gimnasio del instituto a las once de la mañana. Suerte que yo tenía turno de tarde en el Tequila, porque si no ...

- ¡QUE SE CALLEN! - seguía desgañitándose él.

- Ve ayudarle o se quedará mudo – me pidió Mai.

- Veré que puedo hacer por tu Romeo – suspiré, fingiendo hacer un gran sacrificio.

Separándome de Maite, me abrí paso entre la multitud a empujones, sin desviar la mirada de Diego, quien se estaba poniendo de un poco sano color rojo oscuro. Esperaba poder pasar por el trance sin mayores complicaciones, pero teniendo en cuenta que estaba en la misma sala que Ramona cara de mona, Karla la roba – ardillos potencial y Derrick ... no las tenía todas conmigo, para qué mentir.

En un ágil movimiento nada propio de mi, me subí a la mesa donde estaba encaramado Diego, quien me miró como un náufrago que hubiera estado pidiendo ayuda durante meses y yo fuera un marino mercante que pasara al lado de su islote. Le sonreí, compadecida, y a continuación me metí un par de dedos en la boca, silbando tan fuerte que las conversaciones paralelas quedaron todas apagadas, o al menos en un tono bastante más disminuido.

- Eres un ángel – dijo Diego con tono zalamero. Fingí ruborizarme y con la mano hice un gesto, quitándole importancia.

- ¡Un poco de atención! - pedí, en un grito memorable. Le lancé una mirada de suficiencia a Diego -. Todos tuyos.

- Gracias – suspiró, aliviado. Con una mirada le di a entender que se apurara, que la paz no duraría mucho. Los conocía -. Sé que ahora mismo me odian, pero era necesaria esta reunión. Es sobre la excursión que llevamos planeando todo el año.

- ¿Siempre si podemos hacerla? - quiso saber Karla. Me la imaginé pensando en que bikinis eran los más minúsculos de su armario. Contuve un bufido.

No había vuelto a pensar en la excursión, a pesar de ser en cierta manera irónico, porque la obra de teatro la habíamos montado para recaudar dinero y poder irnos todos juntos a pasar unos días por ahí. No estábamos seguros de cuanto recaudaríamos gracias a la obra, ni si seria suficiente para irnos, pero a juzgar por la expresión complacida del novio de mi mejor amiga, teníamos de sobra.

- Si, y déjenme decirles que algunos de los sitios que habíamos pensado, a pesar de ser caros, todavía entran en la lista – respondió, pletórico.

Y se armó un zafarrancho de nuevo. Todos se habían juntado en grupos, alborotados, comentando las infinitas posibilidades ... incluso Giovanni, Maite y Hugo discutían animadamente sobre el destino en cuestión. Todos excepto Derrick, quien estaba estoicamente apoyado contra una de las paredes, ladeado, mirando con ligero desdén todo lo que le rodeaba. Me obligué a mirar a otro lado.

- Dul – gimoteó Diego, exasperado.

- Eso te pasa por no mandar un correo explicándolo todo y preferir hacer las cosas en persona – me metí con él.

- Eso, acaba con todas las tradiciones – bufó, indignado.

Le dediqué una mirada exasperada mientras volvía a silbar. De nuevo la cháchara bajó de sonido, aunque no se interrumpió de todo.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora