Capítulo 146 "No me gusta dejar las cosas a medias"

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Derrick


Lo primero que sentí fue un agudo dolor en la parte posterior de la cabeza, seguido de una superficie dura y fría en la que se apoyaba mi cuerpo. Demasiados malos indicios para que la situación fuera buena. Abrí los ojos lentamente, acuciado por la necesidad de tapar de un puñetazo la boca del tipo que no dejaba de llamarme y sacudirme de un hombro.

- Derrick, ¿estás despierto? - volvió a preguntar.

Volteé, y vi a Giovanni con su cara a dos centímetros de la mía. Lo fulminé con la mirada como toda respuesta. ¿Qué otro genio que no fuera Giovanni podría hacerme esa pregunta viéndome con los ojos abiertos? No digo que fuera mal tipo, pero la inteligencia, desde luego, no era su fuerte.

- Ok, ya veo que si – entendió, echándose hacia atrás. Mejor, que corriera el aire.

Me puse a cuatro patas, incorporándome lentamente, tratando de ignorar el palpitante punto que coronaba mi cabeza. P.i.n.c.h.e vieja, cuando la agarrara me iba a importar bien poco que a las mujeres no se les podía tocar ... hablando de mujeres.

- ¿Dónde está Dulce? - pregunté, parándome al fin,

Me tambaleaba ligeramente, y él hizo ademán de acercarse a mi para ayudarme a mantener el equilibrio. Le hice una señal para que se mantuviera alejado, si es que quería mantener él los dientes.

- Déjate de jugar a la enfermera y contesta – le espeté.

- Se la llevó Abril – murmuró, mirando hacia abajo.

- ¿Qué? - repliqué.

- Que se la llevó ...

Me abalancé sobre él para agarrarlo por el pecho y lo alcé hasta que se puso en las puntas de los pies, a pesar de que era un poco más alto que yo.

- ¿Me estás choreando? - rugí. ¿Había dejado que esa desequilibrada mental, por decirle de alguna forma, se la llevara así sin más?

- Yo ... - balbuceó con cara de bambi. Daba hasta lástima pegarle.

- Tú eres un inútil, ni siquiera sé como esperé que hicieras algo – dije, soltándolo bruscamente. Consiguió mantener el equilibrio en el último momento, y como acto de buena fe, no le di el último empujón para tumbarlo.

- Lo siento – murmuró, cabizbajo de nuevo. Le hubiera dado una paliza por patético.

- No me lo digas a mi, díselo a ella, si es que vuelves a tener ocasión de hacerlo – repuse con fatalidad.

Pero no era momento de dejarse llevar por la ira, así no resolvería nada, tenía que pensar, y rápido, la manera de encontrarlas. Miré el reloj. Habían pasado solo unos cinco minutos desde que esa zorra me había noqueado. Tiempo suficiente para alcanzarlas en caso de que supiera por donde se habían ido. Lo malo era que no tenía ni idea de a dónde podría llevarla esa loca, aunque si suponía el para qué. Y me daba escalofríos.

En ese momento el carro de Aarón estacionó junto al mío, que tenía una gran hendidura en la parte de atrás. Esa zorra ... mi cabeza se recomponía rápido, el carro no, además de ser más caro. Me las iba a pagar todas juntas. Mi primo ni siquiera echó un vistazo al vehículo maltratado, se limitó a brincar del carro y nos alcanzó en dos pasos.

- ¿Qué pasó? Giovanni me habló hace un momento para contarme que ...

- Ya, no tenemos tiempo – lo interrumpí -. Gracias a su brillante colaboración la loca de tu ex se llevó a Dulce, sabe Dios a dónde o para qué – lo informé con una tranquilidad que no sentía. Ni siquiera Dulce podía cuidarse sola de alguien como Abril.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora