Capítulo 83 "Delicia para los sentidos"

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DUL


Abrí los ojos repentinamente. Había estado a punto de quedarme dormida sobre la barra de nuevo. Con un suspiro, cambié de postura, dejando caer la cabeza sobre mi brazo derecho, en lugar del izquierdo, que era donde había reposado hasta ese momento. Parpadeé varias veces. A pesar de ser las doce de la mañana de un día de semana, no había demasiada gente. Únicamente jubilados. Los adultos estaban trabajando y los jóvenes, o durmiendo o vomitando, como había dejado a la pobre Loli. Me había pasado casi una hora sujetándole la cabeza mientras ella dejaba los intestinos tuberías abajo. Obviamente no era seguido, si no se habría muerto la pobre, pero cuando parecía que se le estabilizaba el estómago ¡ZAS! Vuelta a empezar. Claro, hubo un momento que no me quedó de otra que vestirme y plantarme en el Tequila. Y esto fue, más que nada, porque a mi querido jefe se le acordó que no podía darme toda la mañana libre, que me necesitaba para limpiar los desperfectos de la fiesta. Así pues, luego de estar más de una hora y media trapeando, frotando y acordándome de las madres de todos los guarros que habían dejado en aquel estado el bar, por fin terminamos. Por terminamos, me refiero a mi y Don Gabino, porque ni Aarón ni Derrick habían tenido la delicadeza de aparecerse. Mugres hombres.

Y aun encima, seguía sin noticias de Poncho. No sé, un mensajito para decirme como había salido mi plan, un telegrama, una paloma mensajera ¡ALGO! Pero no, o se había quedado jetón de nuevo o estaba demasiado entretenido con el reencuentro con su novia. Mejor no pensar en ello, o me pondría de muy mal humor, y estaba demasiado cansada para eso.

Cerré los ojos de nuevo. Un minuto. Nada más un minuto. Sería una simple cabezadita. Nadie se daría cuenta y así yo podría...

- ¡MARÍA! - gritó alguien, demasiado cerca para mi gusto, mientras escuchaba un golpe.

Di un brinco en el sitio, abriendo los ojos sobresaltada. Puse cara de rencor incluso antes de saber a quien odiaba. Claro. Derrick. ¿Quién si no? Y para terminar el chistecito, se estaba riendo.

- Me imaginaba que sería divertido, pero no tanto – comentó entre carcajadas.

Lo fulminé con la mirada, pero no le contesté. Tenía el cerebro demasiado embotado como para darle una contestación digna de su estupidez.

- Vamos, no pongas esa cara, habrías hecho lo mismo en mi lugar – trató de justificarse deteniendo las risas pero manteniendo una sonrisa burlona en su rostro.

- Vete a la chingada – fue lo más elocuente que se me ocurrió decir, frotándome los ojos. Dios, estaba tan cansada...

- Siempre tan tierna – ironizó, apoyando ambos brazos sobre la barra.

- Para ternuras estoy yo ¿se puede saber por qué demonios no te has aparecido por aquí en toda la mañana? - le reclamé, despertándome al reavivarse mi enojo.

- Porque soy el sobrino del jefe – respondió resueltamente. Lo hubiera matado en ese momento de tener algún cuchillo a mano.

- ¡Buenos días! - saludó Aarón mientras entraba. Otro que me iba a escuchar.

- ¿Me puedes explicar que tienen de buenos? - le espeté, cruzando los brazos sobre el pecho en posición reivindicativa.

- Se levantó guerrera la ardilla – comentó fingiendo miedo. A esas alturas ya estaba yo buscando algo que pudiera aventar a su cabeza y a la del tarado de su primo.

- ¿Qué pasó primo, se te pegaron las sábanas? - se dirigió Derrick a Aarón.

- Cree el ladrón que son todos de su condición – rumió Aarón dejando caer sus trabajados antebrazos encima de la barra.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora