Capítulo 177 "Temas peligrosos"

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Dulce


Todavía estaba bajo los efectos de lo que había sido, con diferencia, la mejor cita de mi vida, porque esa pequeña burbuja de felicidad que me había construido me impidió darme cuenta al principio de donde estaba. Abrí los ojos luego de un par de intentos frustrados, en los que tanto mi subconsciente como mi conciencia me instaban a que siguiera durmiendo. La primera pista de que no era mi habitación fue que no había nada tirado en el piso. Pero me dio igual. Es más, podría haberme despertado en medio del infierno con el Cancerbero mordiéndome una pierna, porque habría sido feliz igual. Sin meditarlo siquiera, sonreí, como si fuera completamente idiota. Pero era una idiota feliz a la que el mejor chavo del mundo había llevado a la mejor cita del mundo. Y alguien interceptó mi momento "cara – de – fan – adolescente - de - Justin – Bieber". Si quedaba algo de mi imagen de chica dura, se había evaporado. Caput. Finito.

- Es la primera vez en diecisiete años que te veo sonreír antes de las doce de la mañana – se admiró Mai, pegando su cara a la mía. Parecía querer constatar que la sonrisa era de verdad.

- No estaba sonriendo – refunfuñé, sonriendo.

- Si que sonreías – insistió, sonriendo también. Lo bueno era que entonces parecíamos las dos idiotas, no solo yo.

- Quítate de encima y quita esa cara espeluznante – gruñí, echándola a un lado.

- Ya me parecía a mi ... - resopló, tumbándose a mi lado. Me desperecé ostentosamente, estirando mis brazos todo lo humanamente posible. La confianza y esas cosas ...

- ¿Qué hora es? - quise saber.

- Las diez – respondió, mirando la alarma por encima de mi cabeza.

- Me voy, quiero ir al Tequila – decidí, pero sin moverme de la cama. Una forma curiosa de mostrar mi entusiasmo por reincorporarme al trabajo, lo sé.

- ¿Ya? Tu abuela te matará cuando se entere ...

- Tu espera, igual y no puedo empezar, quien sabe si a don Gabino le de por mandarme de vacaciones forzosas – suspiré, haciendo un esfuerzo hercúleo por sentarme sobre la cama.

- Pobre, como te maltratan – ironizó. Le dediqué una mirada torva -. ¿Por qué mejor no me cuentas de anoche en vez de querer taladrarme con la mirada?

- ¿Qué quieres saber? - pregunté, encogiéndome de hombros.

- A ver ... a dónde te llevó, que comieron, si te gustó la comida, si después te llevó a bailar, de qué hablaron, si te dijo lo guapa que ibas, cómo se despidieron ...

- ¿Todo eso se le cuenta a las amigas de las citas? - pregunté, abriendo desmesuradamente los ojos.

- Pues si – asintió, extrañada por mi reacción.

- No sé qué es lo habitual, las citas no son lo mío normalmente ...

- Lo sé. Pero ya, no te desvíes y cuéntame.

- Mmm ... - me llevé un dedo a la barbilla, tratando de recordar todas las preguntas que me había hecho, pero eran demasiadas ... - fuimos a cenar a un karaoke cerca del depa de Annie, comí pizza, que por cierto si estaba muy buena ... no bailamos porque no se acaba de despertar de un coma sin recordar quien es ... ah, pero lo obligamos a subir al escenario a cantar la última canción.

- ¿Lo obligaron? ¿Quienes?

- Yo y unas chavas que se sumaron a una riquilla buena onda que conocí en el baño con el novio más soso del mundo ...

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora