Dulce
Entré en el Tequila justo después de comer, una hora para nada elegida al azar, más bien parte de un brillante y elaborado plan trazado por mi misma. La cosa era ir a esa hora porque no habría nadie en el bar aparte de Derrick, que era el objetivo principal del plan. Hablaría con él, entraría en autocombustión cuando tuviera que explicarle el choro que le había inventado a Poncho y todos felices. Lo admito, igual y no era muy brillante y elaborado, pero era mi plan.
Como predije a esas horas ni moscos había en el Tequila, solo Derrick, atareado en el transporte de cajas al almacén. Pensé en ayudarle, pero ya había hecho mi turno y por un poco que trabajara no le pasaría nada.
Entré pisando fuerte, esperando llamar su atención. Parecía bastante concentrado, porque no se dio cuenta de que estaba acompañado. Supuse que tampoco me oiría si carraspeaba, así que me decanté por lo más educado.
- Hola – saludé con la mayor naturalidad posible. Dejé de sonreír cuando comprendí que solo me salía una mueca horrorosamente forzada.
- ¿Qué onda? - hizo un ligero movimiento de cabeza y siguió con las cajas.
¿Perdón? ¿Después de todo lo que habíamos pasado el día anterior no me merecía su atención completa durante cinco minutos?
- Que bueno que estás aquí, porque quería hablar contigo – proseguí, sintiendo que leía el guión de alguna serie de televisión.
- Habla – me instó, sin dejar las cajas. Puse los ojos en blanco.
- Yo... - pero no pude, me ponía nerviosa tanta caja arriba, caja abajo -, ¿podrías parar tantito? Porque si no la próxima caja que se levante aquí aterrizará en tu cabeza.
- Como quiera la princesa – resopló con su habitual tono burlón, soltando la caja que tenía en las manos de golpe. Si no se rompió ninguna chela fue un milagro.
- Mucho mejor.
- ¿Podemos hacer esto rápido? - me pidió, en apariencia aburrido -, dime que te arrepientes de lo de anoche, que nunca debió pasar, que jamás volverá a ocurrir y... ah, que te pasaste todo el día conmigo porque no te quedaba de otra. Pero dilo rápido por favor, como ves tengo chamba atrasada.
Parpadeé un par de veces, atónita, y luego como toda respuesta la aventé un periódico que encontré abandonado en una mesa sobre la cabeza. Bingo.
- ¿Qué haces?
- Primero, me gusta demasiado hablar como para permitir que hablen por mí. Segundo, no venía a decirte nada de eso. Y tercero, como vuelvas a hacerte el chistosito así será una botella de cristal lo que acabe en tu cabeza, ¿ok?
- Entendido – asintió de malas.
- Así me gusta. Lo de anoche... fue raro, lo admito, aunque bueno, todo el día fue raro, nos pasamos veinticuatro horas juntos y nadie perdió un ojo – aunque no sonrió, pude ver como sus ojos brillaban con cierto humor. Me acerqué y me apoyé sobre la barra – pero no me arrepiento. Yo te besé y de volver a repetirse la situación, volvería a hacerlo. Y lo de pasar el día contigo... tampoco es que fuera una tortura precisamente – terminé con una ligera sonrisa. Y pude ver como el se ablandaba.
- Entiendo que estabas confundida y solo buscabas consuelo. No te apures – le restó importancia. Pero no sé porqué, no me la creí. Todavía recordaba como me había apretado junto a él. Aunque el recuerdo de la noche anterior palidecía totalmente al lado de lo que había pasado esa mañana. Decidí no pensar demasiado en ello si quería mantener una conversación coherente.

ESTÁS LEYENDO
Un Verano para Recordar
Lãng mạnEsta historia es una de las mejores que he leído, y me he leído muchiiiisimas.. La escribió una chica de España que se llama Miri (en el Foro de Univisión su usuario era chukypollito) y es simplemente hermosa, cuenta la historia de amor de Dulce y P...