Capítulo 182 "La venganza es un plato que se sirve... en el baño".

270 22 5
                                    

Dulce


Salí de mi casa después de comer con el tiempo justo para llegar al ensayo sin aliento. No podía ser sano eso de andar con prisas siempre, ¿es que nadie tenía un poco de compasión por mi, que estaba convaleciente?

Aunque para ser completamente sinceros, no me había apurado demasiado. A pesar de lo mucho que me gustaba actuar, no podía evitarlo, la situación el día anterior no había sido precisamente cómoda, así que había tratado de retrasarlo lo máximo posible. Pero hay veces que el tiempo ya no se puede estirar más.

Había sido sincera cuando le había dicho a Poncho que no había sentido con Derrick lo mismo que con él. Pero quizás no había sido estrictamente sincera cuando le dije que no había sentido nada. Si había sentido toneladas de culpabilidad, mezclado con algo más que no quería analizar por miedo a encontrar algo que debería quedar enterrado.

Estábamos por empezar la escena de la cama. Hasta ese momento me había librado, todas eran escenas de coqueteo inocente en el que era más insinuación que tocamientos en sí, y yo era una experta en eso. Contuve el impulso de pedirle a Maura que nos saltáramos esa escena, porque no habría sido muy profesional (si, era consciente de que éramos cuatro aficionados ensayando para pedir una mísera ayuda), además que no quería darle la satisfacción a Derrick. Todavía recordaba sus palabras en el cementerio, pero yo estaba segura de que mi elección había sido acertada y nada de lo que me dijera me haría cambiar de opinión.

Abrí la puerta de atrezzo, que había aguantado mucho más de lo que cualquiera de nosotros, incluido José, el carpintero en cuestión, habríamos esperado. Todo estaba igual que en el día de la función, exceptuando los asientos, aquel día abarrotados y que hoy no eran más que butacas vacías. Solo Maura y alguno de los miembros del grupo de teatro que no estaban repasando sus propios textos, estaban mirando. Como siempre, los omití. Era imposible actuar con naturalidad cuando eras consciente de tantos ojos puestos en cada uno de tus movimientos.

Derrick estaba tirado en la cama, sin la parte de arriba puesta. Según él lo hacía más creíble, porque siempre estaba así en su casa. Resistí el impulso de recordarle que no estaba en su casa, porque eso solo me hubiera dejado como una quisquillosa que se ponía nerviosa ante el mero hecho de un torso desnudo. Y si, me ponía nerviosa, pero no lo reconocería ni bajo tortura.

Inspiré profundamente mientras caminaba hacia él, contoneando mis caderas más de lo que lo hubiera hecho normalmente, dejando que mis movimientos fueran fluidos y elegantes. Por raro que parezca, me había pasado un par de semanas viendo documentales para inspirarme en la forma de andar de los depredadores. Siempre me había parecido muy interesante la forma desinteresada y a la vez efectiva en la que se mueven. El caso es que él hizo su parte, fingió estar sorprendido y me preguntó que qué hacía en su habitación mientras yo lo echaba sobre la cama de nuevo con una mano y fingía estar disgustada por su rechazo. Mis dedos hormiguearon en la zona que entró en contacto con su pecho blanquecino pero bien moldeado, y aunque su gesto seguía siendo de sorpresa, sus ojos brillaban con un triunfo que no correspondía a la escena ni a la obra. Y tuve que recordarme que tenía que ser fría, no desagradable, que era lo que realmente me apetecía en ese momento.

Me recosté sobre él, notando el calor que desprendía su piel a pesar de mi capa de ropa. Raro, durante la representación no había notado nada. Me sentía tensa e incómoda en sus brazos, sabía que él lo percibía y que el público también. Esperaba poder remediarlo.

- Me encanta el riesgo ... ¿a ti no? - le pregunté, sonando insinuante. No había sonado demasiado forzado, pero sabía que podía hacerlo mejor.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora