Capitulo 28

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Eran las dos de la mañana y, a pesar del ajetreo de la noche anterior y del día siguiente, no nos sentíamos, al menos yo, nada cansados. Los tres estábamos tirados en el pasto, en la parte posterior de mi casa, contemplando las estrellas, maravillados y supongo que contentos de saber que todavía teníamos todo el verano por delante para disfrutarlo. En ese momento estábamos haciendo una recapitulación de la fiesta de la noche anterior, que si todos los años daba bastante de sí, esta vez no había sido menos.


- No saben, yo ya no sabía que decirle, todo el rato estaba con lo mismo, que si Aarón no le pelaba, que todo era culpa de Annie y de Dul... - se exasperó Mai recordando sus interminables horas de plática con la Ramona.


- ¿Y cómo te zafaste de ella? – me interesé.


- Por suerte apareció Giovanni diciendo puras incoherencias, así que le dije que tenía que cuidarlo y sin más me fui – acabó el relato de la peor noche de su vida.


- Si, es bien intensa... - asintió Poncho, quien le había dado clases particulares a su hermano pequeño.


- Ayer lo comprobé – aseguró Mai, y debía de ser cierto, porque para que ella hablase mal de una persona... - y para terminar bien la noche, tu y Giovanni agarran la borrachera del siglo – me reprendió mirándome como lo hacían los maestros.


- Ay Maite, ni me reclames porque fue sin querer, empiezas poco a poco, y como está tan rico... - me excusé débilmente, pero para mí fortuna, Mai bostezó en ese momento, por lo que supuse que de esa regañina me libraba.


- Chavos, creo que me voy ya a dormir... - decidió mientras se frotaba los ojos – zafaste por esta vez Dul – añadió de broma sonriéndome.


- Te prometo que no lo vuelvo hacer Mai – y mientras dije esto la miré todo lo angelicalmente que sabía.


- Ay... con esa carita no hay quien se enoje contigo – negó con la cabeza al tiempo que se sentaba.


- Mai, ¿quieres que te acompañe? – ofrecí sabiendo que era lo que tenía que hacer, aunque no tenía muchas ganas.


- No Dul, conozco la casa como si fuera mía no te preocupes – me echó la mano amablemente, pues no tenía ganas de irme todavía.


- Hasta mañana chavos – se despidió Mai mientras se levantaba.


- Hasta mañana Mai, descansa – le respondió Poncho.


- Que sueñes con los angelitos – le deseé – y si me ves me saludas ¿eh? – añadí, a lo que ella contestó con una carcajada.


- Dalo por hecho – dijo mientras se iba hacia la casa.


Ambos nos quedamos mirando como Mai desaparecía dentro de la casa, prendió las luces y en menos de cinco minutos ya las había vuelto a apagar. Por lo visto tenía muchas ganas de acostarse.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora