Capitulo 4

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Caminábamos con parsimonia por las desiertas calles de Ikal del Mar. A esas horas, la una y siete minutos por mi reloj, sería raro encontrarse a nadie por aquí. Los mayores tenían mañana un día laboral por delante como otro cualquiera, y siendo mañana el último día de clase, los chavos estarían aprovechando para dormir hoy, porque el día siguiente muy probablemente estuviesen levantados hasta bien entrada la mañana.

Dul caminaba en silencio, pensativa, cosa que me intrigaba bastante, pues no era alguien a quien uno pudiese encontrar callado muy fácilmente. Pero aún así no rompí el silencio, me gustaba estar así, caminábamos abrazados y estaba seguro de que al día por lo menos 5 vecinas le irían con el chisme a mi madre y a la suya de que andábamos, había sido así desde que yo tenía unos 14 años, en un pueblo tan pequeño la gente mayor todavía no entiende el concepto de amistad entre un hombre y una mujer.

Estábamos llegando a casa, vivíamos casi puerta con puerta, para llegar a su casa desde la mía bastaba con salir andar 10 pasos y ya estabas en la suya. De repente se detuvo, me detuve yo también extrañado y antes de que yo tuviera tiempo a reaccionar se abalanzó sobre mi, se estiró para rodear mi cuello con sus brazos (soy alto, no saben que orgulloso me sentí el día que tuve que alcanzarle una lata de atún en el super a mi mamá porque ella no le llegaba) se apretó contra mi mientras yo agarraba dulcemente su cabeza y le besaba el pelo.

- Me alegro de que hayas vuelto – murmuró Dul contra mi pecho

- Yo también – coincidí acariciándole la cabeza – no sabes lo solo que me he sentido sin ustedes...

- Yo también me he sentido sola sin ti – me confesó sin dejar de abrazarme

- No creo que te hayas sentido muy sola con Aarón revoloteando a tu alrededor – comenté y mi voz sonó a reproche. Ok, lo admito, a veces si soy medio celoso, supongo que me sale la vena maternal y paternal, las dos juntas.

- Sabes que nunca va a ser lo mismo – me aseguró separándose de mi y mirándome intensamente

- Ya lo sé – confirmé sonriéndole algo azorado. Ok, a ella se le da mejor esto de los sentimentalismos que a mi.

- ¿Te vas a quedar todo el verano? – me preguntó desviando el tema al ver mi sonrojo, cosa que agradecí, no quería terminar llorando, también soy medio sensiblón.

- Pues si, si me voy a quedar todo el verano – asentí notando como el rubor de mi cara disminuía

- Oye... ¿¿ya te dije que Annie llega en un par de días..?? – preguntó malintencionada aunque adquiriendo un tono de indiferencia

- Si, o sea, no dijiste cuando venía solo comentaste que estaba en una pasarela en no sé donde... – balbuceé y me molesté un poco al ver la sonrisita de suficiencia de Dul

- Si, aunque solo pudo ir de público, le ofrecieron modelar pero su papá no la dejó – me contó torciendo el gesto, seguramente compadecida por su amiga

- Pobrecita la güera , debe de estar bien bajoneada... – murmuré sin pensar ni siquiera que esas palabras salían de mi boca

- La verdad si, cuando hablé con ella el otro día por teléfono se oía medio mal... – me confirmó, y mi estómago se contrajo por la angustia – pero claro, eso es algo que a ti ... no te importa mucho, ¿no? – me dio la puñalada, y reaccioné como lo hace Mai en las clases de educación sexual.

- Yo... pues... la neta... si... si me importa, pero... pero... pero como me pueden importar Mai... o Giovanni o tu... – logré decir y no hubiera convencido ni a un niño de 3 años.

- Ya.... – dijo mirándome con las cejas alzadas, sin creerse nada.

- Oye, no me des la razón como a los locos, además, que poco respeto, ya no se respeta nada a los mayores! – fingí indignarme para desviar la atención

- Buen intento Ponchito, pero no soy Giovanni... – me insinuó que disimulaba mal. ¡Ja, como si yo no lo supiera ya!

- Y hablando de todo un poco – volví a salirme por la tangente – ¿cómo van las cosas con Aarón ? – y en mi voz había cierto tono de fastidio. Así normal que las viejas pensasen que yo y Dul teníamos algo.

- ¿A que te refieres? – me preguntó abriendo mucho los ojos, pero no me creía esa cara de "no alucines cosas Poncho"

- ¡No te hagas Dul, si cada día te tira la onda más descaradamente, solo le falta decírtelo con mariachis! – le dije muy convencido, y por una vez, muy satisfecho de mi mismo, logré que ella fuese la que se sonrojase, aunque solo fuese momentáneamente.

- ¿Y? – no entendí la pregunta y ella insistió – ¿que se supone que tengo que decir? – y de repente se puso muy seria.

- La neta a mi no se me hace buena onda que estés jugando así con el, si no lo vas a pelar mejor ya dale la patada de una vez, ¿no? – sugerí algo contrariado por su expresión e internamente me sentí muy complacido de que mi ardilla no fuese como todas esas del pueblo que babeaban por dos bíceps bien puestos.

- Yo no estoy jugando a nada Poncho – repuso todavía con seriedad

- Vamos, ¿ahora me vas a decir que tratas igual a Aarón que a Giovanni? ¿Me quieres decir que tu no le sigues el juego también? – pregunté con incredulidad. Si cuando hablaba con él solo le faltaba un cartel en la frente con luces de neón que parpadeasen y dijese "coqueteo, coqueteo".

- No, pero llevamos así toda la vida, que yo recuerde nunca nos hemos llevado de otra forma, ¿por qué habría de cambiar ahora? – le quitó importancia.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora