Capítulo 195 "Cita en el cementerio"

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Poncho


Empecé a dar golpes con el pie sobre la alfombra del coche. Un cuarto de hora llevaba allí encerrado. Comenzaba a oscurecer, y a mí lo de ver el anochecer al lado del cementerio no me parecía excesivamente romántico, sí, soy así de raro. Miré de nuevo mi celular, esperando a que Dul diera señales de vida, pero me hacía tanto caso como Aarón, es decir, nulo. Recordé nuestra despedida al lado del autobús y traté de no sentirme decepcionado. Tampoco es que me hubiera empujado con cara de asco, simplemente no había querido hacer muestras públicas de afecto, para no dar el espectáculo. Aunque claro, estando en la misma clase que Karla, Hugo, etc, tendríamos que haber dado un show muy escandaloso, tipo pornográfico, para que sus compañeros se escandalizaran. ¿Habría puesto tantos inconvenientes si se tratara del chico malo de Derrick, o del musculitos de Aarón? Resoplé, convenciéndome de que tenía que tenía que frenar esa corriente de pensamientos, o no acabaría bien.

Dejé mi celular de nuevo sobre una de mis piernas, y eché un nuevo vistazo por la ventana. Todavía no había señales de Aarón, pero estaba claro que por mucho que me fastidiara, no podía meterle prisa, ahora que al fin había reconocido que tenía un problema, que no estaba bien con todo lo que había pasado con Abril. No entendía ese afán de esconder lo que estaba sintiendo, era lógico que estuviera destrozado luego de lo de Abril, nadie se lo habría echado en cara, incluso cuando Abril no era santo de devoción de ninguno de nosotros. Sobre todo de Dulce, y estaba seguro de que ella también entendía que Aarón estuviera mal, aun cuando ella había pasado uno de los peores momento de su vida por Abril.

De pronto me sobresaltó un ruido, y para mi fortuna no era un fantasma pidiéndome que no perturbara su descanso. Era mi celular. Me contuve, en un acto un poco caprichoso por mi parte. Claro que iba a contestar, pero no al primer pitido, no quería darle la impresión de haber estado sentado esperando por su llamada, como una adolescente tarada... aunque me sentía un poco así en ese momento.

Dul

Mantuve el teléfono pegado a mi oreja, esperando a que Poncho se dignara a contestar. Estaba segura de que lo estaba haciendo a propósito, para hacerme sentir culpable por no haberlo llamado antes, así que aguanté con entereza el chaparrón. Suspiré, mirando hacia el techo, esperando que su dignidad descendiera.

Me encontraba en medio de una habitación que parecía casi tan cara como mi casa entera. En fin, quizás no tanto, pero mis posaderas se sentían indignas de tan caro colchón. Mai y yo habíamos conseguido una habitación relativamente bien situada, cerca de la alberca, lo suficiente al menos para ver desde la ventana los ejercicios de calentamiento de Hugo antes de empezar a nadar. Muy bien situada, definitivamente.

Me levanté y caminé hacia la pared más próxima, dónde me recosté. Resbalé despacio hasta quedar sentada en el piso con las rodillas dobladas. Esperaría un pitido más y colgaría. No podía perder mi dignidad esperando que la suya descendiera. Supongo que ahí era donde se notaba cuanto nos conocíamos, debió de intuir cuando se acabaría mi paciencia porque justo cuando estaba a punto de colgar, respondió.

- ¿Hola?

- Hola – saludé, poniendo los ojos en blanco -. ¿Ocupado?

- Un poco – respondió, contenido.

Mentira, él lo sabía, yo lo sabía... en fin.

- Puedo llamar más tarde – propuse con fingido desinterés.

- Déjalo, ya terminaré luego... - me interrumpió, arrepentido. Sonreí -. ¿Cómo ha ido el viaje?

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora