Capítulo 147 "Noche de hospital"

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Maite

Me removí en mi asiento, incapaz de ver nada más que oscuridad, empañada por un sinfín de gotas. No, no era que a finales de junio estuviera lloviendo, simplemente por más que lo intentaba, no podía dejar de llorar. Ni siquiera era llanto, era un torrente de lágrimas sin sentido ni fin que habían comenzado justo cuando recibí aquella desafortunada llamada de Giovanni. Desde entonces, todo había sido una confusa sucesión de acontecimientos sin lógica para mi, tanto así que de no haber sido por Diego no creo que hubiera sido capaz ni de llegar al carro por mi misma. No tenía muchos detalles, justo en el momento que hablaba con Giovanni, Ximena había llegado para explicarnos también la historia, pero seguía sin tener sentido para mi. Solo comprendía lo básico. Dulce iba de camino al hospital, inconsciente y por los síntomas que le habían dado a Ximena, tampoco teníamos plenas garantías de que fuera a recuperarse.

Mis pensamientos se dividían en dos corrientes; una, imágenes de todos los buenos momentos que habíamos compartido desde poco después de que a ella le hubieran cortado el cordón umbilical. Los años de colegio, las tardes en la playa o en nuestras casas tiradas en la cama, escuchando música, mirando revistas o simplemente hablando de mil cosas, tonterías que con Dul siempre acababan siendo lo más divertido del mundo. Otra, las últimas semanas. Nos habíamos insultado, nos habíamos recriminado las cosas más horribles ... incluso nos habíamos pegado. Pero esas no éramos nosotras, no podíamos serlo. Nosotras éramos las mejores amigas, yo había acudido a ella en mis peores horas a causa de mi amor no correspondido por Chris, y yo había sido su primer opción después de lo de Óscar. Si eso no era amistad no sabía que podía serlo. Y yo lo había echado todo a perder por un *beep* y evitable ataque de celos, además en el momento más *beep*, cuando yo tenía todo lo que uno puede desear, una buena familia, amigos y un novio estupendo. Pero no, tenía que complicarme la vida ... y complicar la suya, de paso. Sabía que me necesitaba, a pesar de que su orgullo le impidiera reconocerlo, porque yo la necesitaba de la misma manera. Y jamás debería haberle dicho que me sentía a su sombra porque no era así, quizás me había pasado en algún momento puntual, pero ella no tenía la intención de eclipsarme, era yo quien me dejaba eclipsar. Ojalá no fuera tarde para decirle todo esto, y para recuperarla. Más bien, ojalá no fuera tarde a secas.

Se me escapó un respingo, a lo que Diego respondió tomándome la mano, a pesar de que iba manejando. Me pareció un bonito gesto, aunque me daba un poco de respeto que no tuviera las dos manos a lo que tenía que estar. Y no entendía como alguien tan bueno como él podía perder el tiempo con alguien como yo que, definitivamente, no sabía valorar a las personas.

La persona que ocupaba el asiento trasero también llevó una mano a mi hombro. Volteé, agradecida. Diana también estaba preocupada, se notaba que su ánimo había decaído notablemente, y sin embargo tenía la consideración de consolarme a mi. Otra persona que no había sabido valorar. Después de nuestro mal comienzo ese verano durante mi fiesta de cumpleaños, en la que no había estado yo especialmente comunicativa, tuvimos una pequeña charla en la fiesta de Annie, esa misma noche. Al principio no había estado muy por la labor de escucharla, sin embargo detrás de esa apariencia alocada al más puro estilo Christian, tuve que admitir que tenía toda la razón del mundo. Yo había estado buscando problemas donde no los había, y lo que tenía que hacer era arreglar las cosas y dejarme de tonterías de niña caprichosa. Ojalá me hubiera dado esa charla media hora antes. Quizás habría ido a buscar a Dul para arreglar las cosas y habría podido evitar que se fuera ... ni siquiera sabía qué hacía con Abril. ¿Tentando a la suerte otra vez? Puede. Era una costumbre que mantendría aun muchos años después, querer llegar siempre más allá del límite.

Diego estacionó justo en la puerta de Urgencias del hospital. Diana y yo apenas esperamos a que el carro se detuviera, ambas reaccionamos a la vez, abriendo la puerta de manera atropellada cuando vimos el carro de Derrick a unos metros del nuestro. Corrimos hacia donde había un tumulto de personas vestidas de blanco rodeando una camilla y pululando a su alrededor dándose indicaciones unos a otros y gritando datos.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora