Capitulo 20

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A la mañana siguiente, me costó tanto abrir los ojos que creí que me los habían pegado con pegamento. Parpadeé un par de veces y me llevé una mano a la cara para frotarme los ojos. Eché una mirada hacia la derecha, donde debería estar mi despertador, pero en lugar de eso había un bonito y colorista portafotos donde estábamos Mai, Annie, Giovanni, Aarón Dul y yo disfrutando de un soleado día de playa. Al lado había un joyero y una pequeña lamparita, pero ni rastro de un despertador. Con razón esta escuincla llegaba siempre tarde a clase. Miré hacia la ventana para buscar algún indicio de que hora era, ya había luz, por lo que intuí que ya era por la mañana, aunque no tenía ni idea de que hora era.

Bajé la mirada hacia la parte izquierda de mi cuerpo, más exactamente de mi pecho, donde Dul tenía su linda cabecita apoyada. Siguiendo su tradición de imitar a las marmotas, dormía plácidamente, acurrucada junto a mí, sin más movimiento que el de su pecho al compás de su pausada respiración. Besé su pelo seguro de que no se despertaría, sería más fácil despertar a un paciente en coma. Como yo tampoco tenía muchas ganas de levantarme, la verdad sea dicha, me puse a recordar los acontecimientos de la noche anterior. Recordé el encontronazo con la bella desconocida y mi vergonzosa huida, como si en lugar de una bolsa hubiera llevado un revolver. Decidí enterrar ese momento en algún rincón oscuro y apartado de mi mente, pasando a otros temas de interés, como por ejemplo la relación de Dul y Aarón. Estaba claro que a él le gustaba, lo había notado cuando hablamos en el bar, sin embargo... ¿Le gustaría hasta tal punto de renunciar a su promiscuidad por ella? No estaba nada convencido de eso, y menos sabiendo que él y Annie se habían desaparecido solos en medio de la fiesta y que nadie había sabido más de ellos... y yo, contra mi costumbre de no ser malpensado, me imaginaba que no habían estado jugando una partida de ajedrez. Luego estaba el tarado ese del Bobo, que nomás le faltó ponerle un altarcito o algo a Dul... y el otro, el tal Fernando, si muy buena voluntad y todo lo que quieras pero no era necesario que para traerla pusiera la mano en su cintura, ¿o sí?


En cualquier caso, me desesperaba, si no era uno era otro, ¿por qué no podían simplemente dejarla en paz? ¿Qué tenía para que todos besasen el piso que ella pisaba? Yo sabía que Dul era especial, eso no lo había dudado nunca, pero la forma en la que yo la veía especial no podía ser la misma en la que la veían los otros, porque no era el mismo tipo de cariño...


Decidí hacer una prueba, dejar de verla un momento como mi hermanita pequeña y verla... pues no sé, traté de imaginarme que era una chava que yo me encontraba un día por la calle de la que no conocía ni el nombre, y saber qué pensaría de ella objetivamente.


Fui recorriendo su cuerpo con mi mirada lentamente, tratando de verla, aunque se oiga muy mal, como un objeto. Tenía unas piernas bonitas, ni muy largas ni muy cortas, delgadas pero no en exceso y con una piel tersa y brillante. Su vestido tapaba unas pompas que, aunque no eran como las de JLo, estaban francamente bien... ascendí por su vientre plano, sus pechos grandes aunque no exagerados y cada vez me sentía más confundido... ¿Cómo había sido capaz de no ver nunca toda su belleza? Llegué a su rostro relajado, sus labios rosados estaban ligeramente curvados hacia arriba, sus bonitos ojos color miel estaban cerrados y todavía maquillados, y su pelo se desparramaba por todos lados como un sinfín de intensas llamas rojas que se esparcían por la cama... Dejé de mirarla en un intento de aclarar mis ideas... ahora podía ver lo que todos veían en ella, había estado siempre tan encandilado con sus cualidades, era noble, era divertida, era sincera, era valiente... supongo que me había pasado al contrario que a las demás personas, su belleza interior había eclipsado por completo a la exterior. Si es que soy raro hasta para las cosas más inesperadas...


Me removí de repente algo incómodo y notando como un calor que nada tenía que ver con las temperaturas veraniegas, empezaba a invadir todo mi cuerpo. Miré a todos lados, inquieto, cuando me di cuenta de que mi pequeño taco de ojos había tenido unas consecuencias fisiológicas que no me habría imaginado nunca. Para que lo entiendan, digamos que Ponchito, un íntimo amigo mío que se alojaba en mi entrepierna, se había levantado para darme los buenos días. No me hagan decírselos más directo o me moriré de la vergüenza.


Ni que decir tiene que en ese momento quise que un gran meteorito se estrellase contra mi calenturienta mente y se esparciesen los trozos de cerebro por ahí. Es que eso no podía ser, era mi hermana, Dios mío ¿¡Qué clase de pervertido era yo!? Recé todo lo que me sabía para que en ese momento no se despertase Dul, a la vez que pensaba en la forma de salir de esa situación...


Con el mayor de los cuidados para no despertar a Dul, agarré su brazo y lo quité lentamente de encima de mi pecho, la empujé un poco de mi lado, lo suficiente para poder incorporarme y, para mi fortuna, su sueño profundo impidió que se diera cuenta de nada. Color rojo incandescente debido a la vergüenza que sentía en ese momento, me deslicé en absoluto silencio por su habitación, y cuando ya estaba abriendo la puerta, se me acordó que me dejaba los tenis. Retrocedí rápidamente y me agaché para recogerlos, con tan mala suerte que me tropecé con algo que esa escuincla desordenada había dejado tirado y, para mi desgracia, su sueño no era tan profundo, por lo que, finalmente, se despertó.


Abrió los ojos lentamente, mientras yo trataba en vano de salir sin ser descubierto, pues finalmente fui descubierto.


- Poncho... - murmuró todavía adormilada, pero no lo suficiente como para no notar que estaba raro - ¿Qué pasa? ¿A dónde vas tan apurado?


- Yo... yo... - empecé a balbucear, tal y como hago siempre que estoy con los nervios de punta – voy... al baño, eso, al baño, voy al baño un momento


- Pues por la cara que traes parece que se te va a reventar la vejiga... - observó mientras se incorporaba sin prestarle mucha intención a que tenía el vestido descolocado a la altura del escote, aunque ya le prestaba atención yo por los dos


- Eh... si, mucha agua ayer... - tuve que decir por tener alguna coartada, aunque realmente mi pensamiento fue << lo que se me va a reventar es otra cosa como no te tapes>> - así que ya me voy – y sin más eché a correr por el corredor de la casa, sin preocuparme si quiera por la presencia de Alma


- Pásale, estás en tu casa – oí que decía Dul a mis espaldas


Y mientras corría al baño para aliviar mi sufrimiento, decidí que tenía que hablar esto con alguien lo suficientemente discreto dadas las circunstancias y que tuviera larga experiencia en asuntos de faldas... estaba claro que Giovanni no era el indicado.


Pues agradézcanle a lilyjvpor este regalito!! Me dio como cosita no ponerles la parte siguiente con lo lindo que había quedado el anterior.. Y como ven lo que le paso al Ponchito?? No que muy hermanos???? Si, claro... Que pasará ahora por la mente de Poncho???

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora