Un Verano para Recordar

Capítulo 67: "La paloma de la paz"

DUL

Tres horas más tarde de aquella espantosa charla, de la que solo conseguí salir con un gran dolor de cabeza, me encontraba ya inmersa en la cena de graduación. Y si alguien me hubiera dicho que podía existir tal concentración de glamour en algún espacio de Ikal, me hubiera reído en su cara. Podría apostar mi brazo derecho y, en un alarde de inconsciencia, el izquierdo también, a que la mayoría de las chavas habían ido a ver a Annie tan pronto se habían enterado de su llegada, ansiosas por que las vistiera para tal evento.

La cena se realizaba en el comedor del instituto, que había sido debidamente engalanado para la ocasión por un grupo capitaneado por Karla y Allison. Tenía que admitir que habían hecho un buen trabajo, por lo menos si su intención era que el lugar se viera diferente. Como habrán notado, he dicho diferente, no bien. Eso sí, con la cantidad de candelabros que había diseminados por toda la estancia, uno tenía que ir con mucho cuidado, al más mínimo descuido podía arrimarse a uno e incendiarse sin remedio. Supongo que fue en un intento de dar clase al lugar.

Luego de la cena, en la que los temas principales habían sido la obra y el anterior striptease colectivo, el instituto, en un gesto de generosidad inesperado, nos habían invitado a champán. Eso si, tocábamos a una copa cada uno, aunque no es que eso tuviera demasiada importancia, pues si queríamos emborracharnos podríamos hacerlo como era debido en la fiesta de después. Miré mi reloj. Eran las once y media. En más o menos una hora, iríamos para el Tequila, donde estaba la verdadera celebración.

Desvié la mirada de mi muñeca y eché un rápido vistazo al comedor. Karla y Allison conspiraban en un extremo, señalando algunos adornos con aparente satisfacción. Que mejores alabanzas que las que uno mismo puede hacerse. Removí mi copa distraídamente mientras dirigía la mirada hacia Giovanni, quien platicaba con Hugo. Más bien, Hugo hablaba todo el tiempo, Giovanni se dedicaba a echar miradas envenenadas a Diego y Maite, que no se habían separado ni un minuto en toda la noche. Medio sonreí, pero solo medio. No había sido capaz de esbozar una verdadera sonrisa luego de la conversación con mi abuela. Y estaba segura de que tendría que usar todas las sonrisas de cartón del mundo hasta que Poncho tuviera a bien comportarse normalmente conmigo. Contuve un bufido, indignada por la influencia que ese ardillo bipolar tenía sobre mí.

Hugo debió de sentir la mirada de alguien sobre su espalda, pues volteó, supongo que algo aburrido ante la falta de interés de Giovanni. Me sonrió, claramente coqueteando conmigo, y en lugar de avergonzarme porque me hubiera cachado mirándolo tan descaradamente (ok, no lo estaba mirando a él, si no a Giovanni, pero no había razón para herir su ego masculino de aquella manera), le sostuve la mirada e incluso me permití guiñarle un ojo. Yo también tenía derecho a un poco de diversión ¿no?

Su sonrisa se ensanchó y rápidamente volteó hacia Giovanni para decirle algo. Suspiré mientras observaba las cabezas de Mai y Diego bastante juntas, como se reían, como él jugueteaba con su pelo, como ella gesticulaba nerviosa... había querido hablar con Maite sobre la conversación con mi abuela, pero me había sido imposible acercarme a ella, tan sumergida como estaba en su burbuja particular con Diego. Pero no me sentí mal por ello, o más bien, no me permití sentirme mal. Maite llevaba años sufriendo por la indiferencia de Christian y la actitud coqueta de este con cuanta mujer se le acercaba, especialmente si era una despampanante wera llamada Anahí. Diego era lo que ella necesitaba, alguien que la quería y se preocupaba por ella.

Dejé mi copa prácticamente llena sobre la mesa en la que había estado ligeramente apoyada. Era una de las mesas de siempre, pero con ese mantel verde oscuro y la cantidad de candelabros que albergaba, había dado un cambio radical.