Capitulo 17 (Poncho)

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Y al fin llegó al fiesta. Digo al fin no porque tuviera ganas de ir, sino porque cuanto antes empezara, antes se acabaría, pues yo no soy muy amigo de fiestas la verdad. Al contrario que yo, los asistentes, de los cuales la mayoría yo no había visto en mi vida, se la estaba pasando increíble. O yo me había pasado mucho tiempo fuera o esa gente no era de allí. Aarón me había comentado que se esperaba que se acercasen chavos de los alrededores, pero eso era demasiado, no conocía a nadie, la única persona que sabía quien era estaba sentada a mi lado con cara de amargado. Giovanni, más amigo de las fiestas que yo pero con el mismo éxito entre las mujeres, estaba que se lo llevaba el demonio, buscando alguna "pollita solitaria" como dice él, para ir atacar, pero todas estaban o en grupitos de chicas o con pareja.


Para colmo de males, las chavas no aparecían, Ucker solo me había dado tiempo a darle una palmada y a agradecerle por haber cuidado de Dul, ya que después se había desaparecido con la estirada de su novia y Aarón estaba en su salsa, en medio de un grupito de niñas locas gritando cada vez que el sonreía, como si fuera uno de estos actores famosos por el que cualquier chica perdería su dignidad.


Miré a todos los lados buscando a alguna de las tres chavas, aunque me imaginé que me pasaría toda la noche con Mai, pues Annie tan pronto llegase tendría que dedicarse a esquivar el chorro de moscones que se le pegaban siempre y Dul seguramente iría hablar con mucho-músculo para decirle que si quería ser su novia, comer perdices y todas esas cosas... pero en fin, de nada servía hacerme mala sangre, tendría que asumirlo y ya está, Dul era mi mejor amiga y si Aarón era con quien ella quería estar, la apoyaría y punto. Aunque eso significase que me saliese una úlcera del esfuerzo, pues yo sabía que Aarón no era quien le convenía.


De repente sentí como algo vibraba en el interior de mi bolsillo, agarré mi celular y vi un mensaje de Mai diciéndome que ya estaban llegando, que sentía el retraso y que las perdonara, pero yo ya estaba curado de espanto, sabía que venían con Annie, lo que significaba que llegarían tarde o muy tarde. La historia de mi vida.


De ahí a cinco minutos sentí algunos chiflidos y gritos hacia una parte de la playa, dejé mi botellita de agua sobre la arena y estiré el cuello para ver quien despertaba semejante admiración, justo cuando de entre la multitud salía una linda morenita con cara de haber pasado el peor rato de su vida. Mai vino hacia mi y tuve que reconocer que Annie había hecho un buen trabajo, o más bien su estilista, le había cortado el pelo de forma que ahora lucía un flequillo que según yo, aunque no entiendo mucho de esas cosas, le hacía parecer mucho más juvenil, vestía una camiseta de tirantes azul y unos shorts que seguramente eran demasiado cortos según ella y demasiado largos según Annie. Como si las estuviera oyendo pelearse.


- Hola Mai, si te sirve de algo creo que te valió la pena el sufrimiento – la alabé al tiempo que llegaba a donde estábamos yo y Giovanni


- Ay Poncho, ni me digas, apenas llegamos y un grupo de pelados empezó a chiflar, neta el peor oso de mi vida – me contó avergonzada


- Pero si te ves muy bien Mai – insistió Giovanni mirando las piernas de Mai, nuestra amiga de la infancia - oye y ¿dónde te dejaste a las otras dos?


- Pues Annie disfrutando del éxito y Dul viene para acá, creo que la traía Aarón – explicó Mai mientras se sentaba con nosotros

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora