Poncho
Volví a inspirar, incómodo. Primero, ¿por qué tenía que llevar camisa? Era el cumpleaños de una amiga, no la boda de mi prima Juana. Segundo, llevaba a Angelique colgada del brazo, y a juzgar por su atuendo, ella si había pensado que acudiría a la boda de mi prima Juana. Y tercero, estábamos por hacer nuestra gran entrada triunfal. Demasiadas razones para sentirme incómodo.
El gimnasio estaba irreconocible. En lugar de ser la sala de torturas que había simbolizado para mi en mi época de estudiante (no así para Aarón, quien aprovechaba muy bien esas horas, exhibiéndose cual pavo real), parecía uno de esos lujosos salones donde la gente rica celebraba sus fiestas. Supongo que de ahí el que Angelique no pareciera impresionada, para ella era como estar en casa. Había colgada una bola de discoteca, de tamaño considerable, y estaba seguro de que había sido una sugerencia de Chris. Apartada hacia un lado, dejando despejada un trozo considerable de pista, había una larga mesa con todo tipo de comida que uno espera encontrarse en la boda de los príncipes de Inglaterra. Supongo que no era muy del gusto de Maite, pero a caballo regalado ... hablando de la homenajeada, no pude verla por ningún lado, seguramente estaría camuflada entre la importante multitud que Annie había conseguido reunir, y de la que no conocía a las tres cuartas partes. Maite conocía a mucha más gente de la que yo me hubiera imaginado, o eso, o Annie no se había ceñido demasiado a la lista de personas que nosotros le habíamos pasado. Inconscientemente eché un vistazo hacia la mano que Dul me había mordido. Ya no había ni rastro de aquello.
Empecé a buscarla, pero al igual que Maite, estaba desaparecida. Supuse que habría ido venido sola, porque por lo que sabía Aarón iba solo también y no se me ocurría otra persona con la que pudiera querer ir ... en fin, si se me ocurría una, pero mi hígado se retorcía solo de pensarlo.
- ¿Vamos a por algo de beber? - me preguntó mi acompañante, tomando mi mano. Ok, nivel de incomodidad en aumento.
- Este ... si, claro – no solía beber, pero si tenía que estar toda la noche con semejante tensión, lo iba a necesitar.
Pasamos por delante de Christian, quien ya tenía a una morena de dudoso gusto para la moda, enganchada del cuello. ¿Cómo lo hacía? Nos saludó con un movimiento impreciso de cabeza, y supuse que esa noche tampoco podría hablar demasiado con él. Lo sentí, en ese momento necesitaba una charla ligera más que nada.
Al llegar a la mesa, nos encontramos a una sonriente Annie, al parecer encantada con como estaba saliendo todo. Se lo merecía después de lo que había trabajado. Al poco tiempo recordé el mal rato que debía haber pasado con lo de la falsa alarma, y no sé que se vio en mi cara, porque al mirarme, un leve rubor apareció debajo de su maquillaje.
- Hola – la saludó Angelique, adelantándose para besarle las mejillas. Eso si, mi mano no la soltó ni a la de tres.
- Qué bueno que ya están aquí. Y bien, ¿qué les parece? - y abarcó con sus pequeños brazos el amplio espacio.
- Muy buen trabajo – tuve que admitir.
- Lo sé – y se echó el cabello liso para atrás, muy modesta ella -, por cierto ... no sabía que iban a venir juntos – y no me quedó claro si le parecía bien o mal.
- Oh, no lo malinterpretes Annie, venimos como amigos – se apresuró a aclarar Angelique, a pesar de que no soltaba mi mano. Me alegré de que lo tuviera tan claro.
- Si, ya me sé ese cuento – rumió ella.
- ¿Has visto a Mai? Quiero darle su regalo – la interrumpí, nervioso por como me estaba taladrando con la mirada.
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Un Verano para Recordar
RomanceEsta historia es una de las mejores que he leído, y me he leído muchiiiisimas.. La escribió una chica de España que se llama Miri (en el Foro de Univisión su usuario era chukypollito) y es simplemente hermosa, cuenta la historia de amor de Dulce y P...