Caminábamos en silencio, pero al contrario que la noche anterior, no era por no romper la atmósfera de intimidad que habíamos creado después de nuestro reencuentro, sino porque Dul a veces tenía un genio endemoniado y seguramente a la primera palabra que yo pronunciase, se aventaría sobre mi como una leona sobre una pobre gacelita (yo soy la gacelita ¿eh?).
Esperé, esperé, esperé y seguí esperando... nada. Ni siquiera abrió la boca como si fuese decir algo y en el último momento cambiase de opinión. Estaba empezando a preocuparme, tanto coraje reprimido podría sentarle mal o algo... Caminaba con los puños fuertemente cerrados y los brazos pegados a los costados, los labios fruncidos y los ojos entrecerrados, como si quisiera fulminar con la mirada cada centímetro de suelo que pisábamos. Si seguíamos así seguramente llegaríamos a la frontera con los Estados Unidos sin darnos cuenta, por lo que, aún a riesgo de que mi propia integridad física se viese seriamente dañada, decidí enfrentarme a lo que había hecho, pero no sabía muy bien como.
- Eh... si me quieres matar toma, aquí tienes la pistola – bromeé pobremente tendiéndole mi mano con el dedo índice y el pulgar en perpendicular, como formando un revolver
No me contestó. Se limitó a mirarme con la misma cara con la que mira Annie los alimentos con carbohidratos y volteó la cabeza en plan - huele mi champú-.
- Ok, no es momento para bromas... – entendí – perdón, pero si te saqué de allá no fue por ningún capricho, tuve una muy buena razón para hacerlo – me puse a la defensiva.
- Claro... y como yo soy estúpida y no lo entendería no vas a decirme cual es esa razón, ¿verdad? – me espetó furiosa. Ya era un avance... me estaba hablando, ¿no?
- Dul, yo no he dicho en ningún momento que seas estúpida... – la corregí inmediatamente
- Pues entonces es que crees que todavía soy una escuincla, no sé que es peor... – replicó tercamente... que manía de auto insultarse, ¿ustedes oyeron que yo le haya dicho nada de eso?
- Tampoco creo que seas una escuincla... – volví a corregirla pacientemente
- Que chido, así que básicamente tienes una trastorno de personalidad y como se te movió la hormona decidiste que era buen momento para ponerme en ridículo delante de nuestros amigos, ya entendí! – me acusó enojada
-A ver, desde cuando te importa lo que los demás piensen de ti ¿eh? – desvié el tema hábilmente
- Sabes que no me importa, pero ese no es el punto, quiero saber por que lo hiciste... – me preguntó de nuevo algo más calmada – ¿tiene algo que ver con lo que pasó antes de que llegásemos?
- No pasó nada antes de que ustedes llegasen... – repliqué automáticamente
- Si ya... ¿y después dices que no crees que sea estúpida? Se te notaba a kilómetros que estabas molesto después de haber estado hablando con Aarón... – dedujo hábilmente. Maldición, sin duda lo de que fuera tan observadora a veces era un problema.
- Ok, te voy a decir... – si, ya sé, estaba cediendo, pero, ¿qué otra cosa podía hacer? – yo... Aarón me dijo que te iba a pedir que ... pues que fueras su novia – esperé un momento para ver su reacción, pero para mi sorpresa su rostro no cambió lo más mínimo – le dije que hiciese lo que él creyera conveniente, pero cuando vi como miraba a Annie y que luego quería hablar contigo... no sé Dul, me dio mala espina, preferí no arriesgarme y por eso te saqué de allá – acabé sintiéndome peor... mi plan se oía cada vez más tonto.
- Pues muchas gracias, ahorita puedes ir junto a mi mamá pedirle el sueldo, aunque no recuerdo que ella me haya contratado ningún niñero... – me reclamó. Uf... si que estaba enojada...
- Pero a ver, ¿tan malo es que tratase de evitar que tuvieses unos cuernotes como el casco de un vikingo? – traté de hacerla razonar... es que por más que lo intentaba no podía ver donde estaba el delito de mi acción.
- Poncho es mi vida y tu no tienes ningún derecho a manejarla como se te antoje! – argumentó furiosa... uy la cosa se estaba poniendo fea
- Dul no saques las cosas de quicio, no estoy manejando tu vida a mi antojo, simplemente estoy tratando de cuidarte, eres mi amiga y me preocupo por ti... – le expliqué tratando de enternecerla... pero no funcionó.
- ¿Por qué no me encierras en una urna de cristal hasta que cumpla los ochenta? Digo, para estar seguro... – me aconsejó sarcásticamente
- Dulce, ya estuvo, deja tu berrinche de una vez, ya te pedí perdón, ¿qué quieres que haga, un sacrificio humano o algo así para que me perdones...? – empecé a enojarme yo también
- LO ÚNICO QUE QUIERO ES QUE ENTIENDAS QUE YA NO TENGO OCHO AÑOS! – me gritó
- PUES ENTONCES DEJA DE COMPORTARTE COMO SI LOS TUVIERAS! – le reproché en el mismo tono. Suelo ser pacífico, pero cuando sale mi vena explosiva...
- Ja, quien fue hablar... – se rió irónicamente y cruzó los brazos sobre el pecho mirándome con desdén
- A ver, ¿ahora por qué dices eso? – le espeté
- ¿¿No será más bien que el señorito estaba enojado con Aarón por tirarle la onda a Annie y por eso decidió vengarse de el?? - me acusó seriamente
- Que...? – empecé a preguntar, pero no continué.
¿Cómo podía ocurrírsele semejante barbaridad? ¿No me conocía o le habían cambiado el cerebro en la hora que no había estado con ella? Cierto era que me había hecho tanta gracia ver a mucho-músculo coquetearle a Annie como aquella vez que Loli me dio sin querer una patada en mis partes nobles, pero yo jamás haría nada movido por los celos, ese no era mi estilo y ella lo sabía.
- Claro, o a lo mejor es que como tu no te animas a hablar con Annie quieres que los demás estemos tan amargados y solos como tu... felicidades Ponchito, lo conseguiste – pronunció cada una de las palabras destilando rencor
No le contesté. Eso si me había herido de verdad. No habían sido las palabras en sí ni el tono en el que las pronunció lo que más me había dolido, sino el hecho de que hubiera sido precisamente ella, quien lo dijo. En ese instante fue como si la realidad se presentase ante mi de una forma completamente nueva. Era absurdo, había necesitado una discusión por una tontería para darme cuenta de que Dul ya no era la niñita de ocho años que había sido mi novia, era una mujer capaz de herir a los demás con sus palabras, como acababa de hacer conmigo ahora. No supe como reaccionar. De repente, yo ya no lo conocía, yo no conocía a esa mujer, simplemente no había querido ver lo inevitable, que todos crecemos y ella no iba a ser la excepción.
Recuerdo haberla mirado a la cara una milésima de segundo, me bastó eso para ver el arrepentimiento en su rostro y sobre todo en sus ojos, pero yo no supe si estaba preparado para perdonarla, no sabía que decirle ni como reaccionar, así que bajé la cabeza, metí las manos en los bolsillos de mis jeans y me di la vuelta para alejarme con paso deliberadamente lento, fácilmente alcanzable en el caso de que ella quisiera alcanzarme. Pero no lo hizo. Se quedó allí parada, seguramente tan sacada de onda como yo, sin saber muy bien como habíamos pasado de una discusión aparentemente sin mayor importancia, a descubrirnos el uno al otro, a entender que no podríamos seguir teniendo ocho años toda la vida.Ayy pobrecito Poncho!!! Niñas aquí está el capítulo.. No les está gustando la novela?? Pregunto porque en los ultimos 3 cap NADIE ha puesto un comentario!! Ni siquiera un "siguela"... :( Les aseguro que la historia es INCREIBLE y muy hermosa.. Ya verán como se pone buena... Les voy a dejar otro capitulo a ver si se animan...
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Un Verano para Recordar
RomanceEsta historia es una de las mejores que he leído, y me he leído muchiiiisimas.. La escribió una chica de España que se llama Miri (en el Foro de Univisión su usuario era chukypollito) y es simplemente hermosa, cuenta la historia de amor de Dulce y P...