Capitulo 18

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Los minutos pasaban pero yo tenía la sensación de que eran horas. Las fiestas son para divertirse, ¿a quién fregados se le habrá ocurrido semejante mensada? Lo más parecido que había sentido yo a diversión aquella noche fue cuando Giovanni se acercó a una despampanante morena que lo bateó instantáneamente, casi sin darle tiempo a hacer el ridículo, y créanme que el tiempo que tarda Giovanni en hacer el ridículo con las mujeres podría medirse en milésimas de segundo.


Mai no daba señales de vida, lo cual me extrañaba, pues lo de entablar conversaciones con desconocidos no era lo suyo y allí mucha gente que nosotros conociésemos no había. Aarón y Annie llevaban como unas diez canciones bailando, pero ninguno de los dos daba muestras de cansancio, aunque si se agarraban bastante, a lo mejor era por si les fallaban las fuerzas. Ucker tampoco había vuelto a aparecer, y mi intuición me decía que seguramente estaría con su última novia, y podría apostar algo que todavía era más exuberante y nudista que la anterior, así le gustaban a Ucker, solo miraba el envoltorio, algo de lo que estoy totalmente en contra y por lo que se han reído de mi varias veces, pero yo sigo en mis trece, "mejor normalita y cabal que no guapa y animal". Con el tiempo se demostrará quien tenía razón.


Y para colmo de males Dul seguía con el Bobby ese (a quien yo había bautizado mentalmente como Bobo), pues eso, que ahí seguían muy risa y risa, mientras yo los observaba con expresión ceñuda, pero sin hacer nada. Eso era algo que siempre me había recriminado Aarón, que no tuviera el valor para hacer las cosas que sabía que tenía que hacer. Y lo que yo tenía que hacer en ese momento era quitarle ese baboso de encima a Dul, aunque mirándola bien tampoco parecía muy incómoda, y eso era precisamente lo que me incomodaba a mí. Qué ironía.


- ¿Qué paso Ponchito? Por la cara que traes bien podrías estar planeando tu suicidio – me dijo a modo de saludo Giovanni cuando regresaba de sus intentos frustrados de encontrar el amor


- Ese es el plan B – traté de bromear, pero mi tono era tan fúnebre que cualquiera que no me conociese bien se lo hubiera creído


- Ay ya hombre, quita esa cara no estamos en un velorio – intentó animarme el wero dándome un golpecito cariñoso en el hombro


- Pues así por lo menos habría alguien peor que yo, el muerto – rezongué bebiendo de la tercera botella de agua que había comprado. Menos mal que no tengo problemas de control de orina.


- Guey, eres un quejica, acabo de fijarme que hay allá una pollota que no te quita ojo de encima y ti aquí sentadote con tu botella de agua y tu cara de haber desayunado café con vinagre – protestó Giovanni mientras yo lo miraba muy poco interesado por la pollota en cuestión


- ¿Has visto a Mai? – pregunté por cambiar de tema


- Si, tiene un buen rato hablando con la Ramona, por lo que yo escuché la Ramona quiere que le ayude con el Aarón y anda ahí intenseando y la pobre Mai ya sabes como es, está ahí aguantándola por no dejarla con la palabra en la boca – me explicó al tiempo que se sentaba


- Ajá... - asentí compadecido por Mai


Conocía a Ramona, había ido un par de veces a su casa porque se hermano pequeño era alumno mío (impartí clases particulares durante un verano para sacar algo de lana, pero esa historia ya la explicaré otro día) y es la persona más insufrible que hay en este mundo. Por lo general suele caerme bien toda la gente, pero esa chava es tan intensa que les juró que un día me planteé lanzarla por la ventana de su cuarto para que dejara de corregir todas las explicaciones que yo le daba a su hermano. Gracias a Dios que estaba loca por Aarón y no por mí, no creo que hubiera podido soportarlo.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora