Capitulo 22 (Dul)

350 15 2
                                    

Estaba a punto de darle un zape a Ucker para que dejase de mirarme y se centrase en la carretera. Ya era lo que me faltaba, tener un accidente de coche, entonces si me plantearía lo de ir a quitarme el mal de ojo. Y es que a pesar de que yo iba mirando al frente, totalmente concentrada en no desmayarme mientras notaba como el paño en el que iba envuelta mi mano estaba completamente empañado, podía sentir los ojos de Ucker clavados en mi de una forma insistente, desviando todo el tiempo la mirada del frente. Supuse que tenía ganas de iniciar una conversación, todo lo contrario que yo, que lo único que quería era terminar con eso, llegar al doctor, que me vendase e irme a mi casa y no salir nunca más.


- ¿Cómo vas? – preguntó al fin


- Bien... – mentí para no alargar más la conversación


- Si te digo la verdad no entendí muy bien porque no le dejaste a Poncho que te revisara la mano... – me confesó - ¿Se pelearon?


- No quiero hablar de eso – contesté cortante, quizás demasiado teniendo en cuenta lo bien que se estaba portando conmigo.


- Ok – aceptó diplomáticamente – pues ya que tu no quieres hablar aprovecho el momento y me disculpo – añadió y por primera vez en el trayecto volteé a verlo.


- ¿Por? – me sorprendí.


- Por Angelique, bueno, más bien, por como te trató antes, ya noté que no te sentó muy bien – me explicó poniendo mala cara al mencionar a su novia...no parecía muy feliz con ella la verdad.


- No te preocupes – lo disculpé sabiendo que sería lo máximo que obtendría, pues esa estirada con lo soberbia que parecía, no se disculparía ni aunque fuera cuestión de vida o muerte – oye... ¿puedo hacerte una pregunta? – empecé cautelosa, sin saber hasta que punto teníamos confianza.


- Claro – repuso inmediatamente.


- Pues... ¿Si te gusta Angelique? – le solté sin anestesia. Ucker primero puso cara de sorpresa y después, para mi sorpresa, sonrió, aunque no era una sonrisa feliz.


- ¿Tanto se nota que no? – preguntó con un suspiro de resignación.


- Pues... – dejé la respuesta incompleta, tampoco quería hacer leña del árbol caído.


- Sé sincera, no hay problema – me instó sonriendo afablemente.


- Ok... yo no la soporto, pero aparte de eso no entiendo como alguien está con una persona que no le gusta, tu siempre estás dos días con cada una, pero por lo menos durante esos dos días te gustan – dije todo lo sinceramente que pude, no me gusta andarme con rollos.


- Menuda fama tengo... – bromeó – pero si es cierto, aunque esta vez... digamos que es cuestión de negocios – acabó ya sin sonreír.


- Chale... pues mi más sentido pésame, espero que los negocios esos se acaben pronto, por tu salud y por la mía – se me volvió a escapar la sinceridad.

Un Verano para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora